22 junio 2018
MARIO CABALLERO
LOS SIETE MUERTOS DE LA POCHOTA
Me sorprendió mucho la actitud incriminatoria que algunos tomaron respecto al fatal accidente ocurrido al mediodía del miércoles en la entrada poniente de Tuxtla Gutiérrez, conocida como La pochota, donde lamentablemente murieron siete personas, entre ellas tres policías estatales, y hubo una decena de heridos.
No fueron pocos los que manifestaron su indignación culpando al gobierno. Alegaron falta de compromiso de parte del gobernador Manuel Velasco Coello y del ex presidente municipal Fernando Castellanos. Los recriminaron por negligencia, mala planeación de la rampa de frenado de emergencia, abuso de autoridad y corrupción. Una respetable señora, dijo: “esa gente se murió por tu culpa, te robaste la paga y pusiste la rampa donde quisiste, maldito”.
Se entiende que por el dolor de perder a un ser amado se hagan expresiones de ese tipo. También que por impotencia, coraje o por la impresión del momento se busque a quién hacer responsable de la tragedia. Algo que amortigüe la pena y el sufrimiento. Pero no podemos andar por el mundo endilgando culpas a rajatabla sin saber de antemano los pormenores del acontecimiento.
ALGUNOS DETALLES
En primera instancia, ¿quién sabe la hora y el lugar donde sucederá un accidente? De hecho el significado de accidente es “suceso eventual del que involuntariamente resulta un daño”. Pues bien, es algo que puede o no pasar sin el deseo de nadie y del que nadie está exento.
Efectivamente fue Fernando Castellanos Cal y Mayor quien anunció la construcción de la rampa de frenado, dando respuesta a una exigencia de casi 20 años y que por falta de ejecución se perdieron muchas vidas en incidentes similares al reciente. Como el ocurrido en los últimos días de junio de 2017, en La pochota, en el que la única víctima mortal fue el chofer del tráiler, que al quedarse sin frenos saltó de la cabina tratando de salvarse y terminó arrollado por la misma unidad.
Si ya habían sucedido caos mortales, ¿por qué no se había construido la rampa? Por el desinterés de las autoridades pasadas que no quisieron solventar dos impedimentos. Uno de éstos era que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no disponía de los recursos económicos porque tampoco había una planeación para realizar esta obra en particular. El otro, porque para construir una obra federal tenía que estar autorizado el derecho de vía, es decir, el terreno destinado para la construcción, mantenimiento, servicios de seguridad y auxiliares de dicha rampa.
Fue entonces que el gobierno de Fernando Castellanos se avocó a la tarea de liberar los predios que eran de propiedad privada, incluyendo la explotación del banco, y a realizar las demás gestiones técnicas, legales y de operación. Y el presupuesto requerido de 18.5 millones de pesos se reunió con las aportaciones de los gobiernos municipal, estatal y federal.
Quien se encargó de ejecutar el proyecto fue la SCT del gobierno federal, que hizo la licitación correspondiente y luego de considerar todas las propuestas, en las que se revisaron los estudios como medidas de la construcción, materiales a utilizar, cálculos para el correcto frenado de los vehículos, señalización, el lugar óptimo, entre otros datos técnicos, le adjudicó la obra a la constructora Pavimentos Asfálticos del Sur.
Al final, la rampa es una carretera de 272 metros lineales, que consiste en un tramo de 50 metros que dan inicio con cuadros rojiblancos y otros 180 metros más de grava triturada, que cuenta con una concentración de equipo muy grande y que fue diseñada para detener a una unidad que vaya a 140 kilómetros por hora. Para ello también se colocaron discos de aviso siete kilómetros antes de la rampa para disminuir la velocidad y verificar los frenos.
¿Sirvió? Sí, y en cinco ocasiones. Una de las veces en la tarde del 1 de junio del presente año, cuando un tráiler cargado con 28 toneladas de cemento perdió los frenos entrando a Tuxtla Gutiérrez. Este incidente que puso en peligro la vida de más de diez personas que circulaban por el lugar no terminó en desgracia debido a la buena maniobra del chofer y a la ayuda de la rampa que hicieron que el camión se detuviera a escasos cincuenta metros.
En segundo instancia, hay que revisar cómo sucedió el accidente. Los primeros reportes dicen que el camión de carga se quedó sin frenos porque eso fue lo que dijo el chofer, que fue detenido para que declarara por qué no usó la rampa de frenado de emergencia si sabía de la descompostura. Lo que pasó después es que terminó derribando postes de alumbrado público, impactó tres vehículos estacionados a la orilla de la carretera, varios puestos de comida y colisionó dentro de un terreno. Del choque cinco personas murieron en el sitio del percance y dos más en un hospital, y entre los lesionados se encuentran dos menores de edad.
Varios automovilistas que venían detrás del camión mientras viajaban en la carretera cuentan que no vieron nada extraño en éste, y que de haber tenido algún desperfecto el chofer tuvo el tiempo suficiente para desviarse hacia la rampa. De ser cierto, sólo quedan dos posibles respuestas: que el conductor se quedara dormido al volante o que viniera bajo los efectos de alguna droga, como suele ser costumbre en algunos camioneros.
También cabe la posibilidad de que por cansancio el operador haya reaccionado demasiado tarde para tomar la rampa, y que al forzar el equipo de frenado las balatas se calentaron y cristalizaron, y que ni con el freno de motor se pudiera detener la pesada unidad. Tampoco hay que descartar la falta de mantenimiento, el uso excesivo y la fatiga de los metales.
Mientras tanto, la Fiscalía de Distrito Metropolitano ya dio inicio a la carpeta de investigación número 0262-101-0201-2018, en contra de Juan José Moreno González como probable responsable de lesiones, daños y homicidios culposos en hechos de tránsito. Es sólo cuestión de tiempo para saber la verdad de toda esta tragedia.
¿DE QUIÉN FUE LA CULPA?
“No eres culpable sólo por trabajar en Auschwitz”, es una frase de la película El lector de Stephen Daldry. El gobernador de Chiapas y el ex alcalde capitalino no son culpables sólo porque un trailero quizá falto de pericia, cansado o “empastillado” no utilizó la rampa de frenado y causara un espantoso accidente. Me parece que colgarles la muerte de estas siete personas es un error tan monumental como la rampa de La pochota.
Lo que sí creo es que este infortunio debe servirnos para hacer consciencia, para que las autoridades de la SCT, la Policía Federal, Tránsito del Estado y Municipal unan esfuerzos para mantener la seguridad y la entrada a Tuxtla Gutiérrez libre de accidentes. Asimismo para colocar avisos, señalizaciones de mayor tamaño para los choferes que por primera vez arriban a la capital chiapaneca e intensificar los operativos. Remover los comercios y las paradas de transporte público que hay alrededor de ese lugar debe ser desde ahora una tarea impostergable.
Con todo este razonamiento no pretendo exculpar a nadie, sólo digo que aunque el gobernador Manuel Velasco y el candidato a la gubernatura Fernando Castellanos hayan tenido sus errores, estoy seguro que este accidente no es uno de ellos.
PARA MAGDALENA
EXCELSA, extraordinaria, magnífica y muy impactante fue la portada de la edición reciente de la revista TIME. Con un pequeño titular, “Bienvenida a América”, en un fondo rojo, una niña migrante se enfrenta llorando a un gigantesco Donald Trump que, desde el lado derecho de la portada, le impide el acceso. Esto surgió ante la crisis de los niños migrantes que están siendo separados de sus padres y encerrados en jaulas. Y aunque el presidente de Estados Unidos ya intentó rectificar con una orden hace unas horas, TIME demostró esa realidad que debería dolernos a todos. ¿Dónde está el presidente de México, dónde está la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otros organismos internacionales? Ese agravio no debe quedar nada más en una portada, en una foto o en un comentario como este, sino urge que las autoridades actúen para frenar las mezquindades de ese monstruo que no se conduele ante las lágrimas de un niño. Ya basta… ENTRE toda esta calamidad, hubo una buena noticia: el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, encabezado por Carlos Molano, le rindió un homenaje al poeta y arquitecto Artemio Gallegos López en el que le fue develado un busto y se nombró una calzada con su nombre. Bien… ¡Chao!
@_MarioCaballero