26 junio 2018
MARIO CABALLERO
LOBOS DE LA MISMA LOMA
¿Con qué autoridad moral puede Pablo Salazar hacer señalamientos de corrupción y abusos de poder cuando su mandato no es recordado por ser honesto, transparente y humanitario? Qué rápido se olvidó del centenar de muertos, de los atentados al magisterio y a los estudiantes normalistas de la Mactumatzá, de los encarcelamientos injustificados y de las desapariciones de líderes políticos y sociales que fueron ordenados por su gobierno. Hay una máxima en la política que dice que para tener la lengua larga hay que tener primero la cola corta.
Mediante un vídeo que difundió recientemente en redes exhibe al estadio Víctor Manuel Reyna como una gloria de su gobierno y a su vez como el mayor símbolo de la avaricia y la impunidad de quien lo sucedió. Charlatán. Buscando votos que lo lleven al Senado por la vía independiente, acusa a Juan Sabines Guerrero de ser el único culpable del empobrecimiento de Chiapas.
Pero que engañe a quienes quieran dejarse engañar. La ambición de volver al poder no le permite ver que Sabines es el reflejo de sí mismo, que éste fue la continuidad de la mezquindad de su gobierno y que a ambos los une una larga historia de complicidades y conflictos.
CASO JAGUARES
Tanto Pablo como Sabines se beneficiaron a manos llenas a través del desaparecido equipo de fútbol Jaguares que fue objeto de rapiña.
Jaguares de Chiapas llegó a Tuxtla Gutiérrez procedente de Veracruz el 28 de junio de 2002, luego de que el entonces gobernador Pablo Salazar comprara a nombre del Gobierno del Estado esa franquicia en 20 millones de dólares al Grupo Pegaso.
Interesado en tener un equipo de primera división en Chiapas, al exgobernador no le importó malgastar esa cantidad de dinero cuando en el estado habían miles de carencias y un rezago social, cultural y económico de más de cincuenta años.
En un inicio se dijo que el dueño del club era el empresario chiapaneco Antonio Leonardo Castañón, también propietario de la cadena nacional de Farmacias del Ahorro. Pero en diciembre de 2008, dicho capitalista reveló que no obtuvo el cien por ciento de la propiedad sino hasta que concluyó el gobierno de Salazar, en diciembre de 2006. Es decir, que tanto la nómina de los jugadores, como el transporte, el equipo de entrenamiento, la remodelación del estadio, los gastos de mantenimiento de las instalaciones, etcétera, fueron pagados con dinero de los chiapanecos. Y era Pablo quien ostentaba el control total.
La primera inversión que se hizo para el acondicionamiento del estadio fue de 50 millones de pesos, pero se dice que Pablo Salazar realizó subcontrataciones por las cuales se gastaron otros 40 millones.
En ese tiempo Tuxtla ya tenía fútbol profesional con el equipo Atlético Chiapas, que tenía una buena afición y pugnaba por acercarse al circuito mayor, pero se volvió un estorbo para los planes del exgobernador. Durante el semestre de enero a junio de 2002, los famosos Guerreros comandados por Nino Constanzo fueron literalmente borrados por las amenazas de Pablo Salazar, que según declaraciones le dijo que si no dejaba el equipo “lo castigarían de sus partes”.
Lo más grave fue que durante los cuatro años que Pablo Salazar ejerció como dueño absoluto de Jaguares, el gobierno del estado gastó más de 410 millones de pesos entre pagos de nómina y remodelación. Así, mientras Chiapas tenía equipo de fútbol, decenas de niños morían en zonas marginadas por falta de medicamentos y atención médica.
Un caso que pasará a la historia es la muerte de 35 recién nacidos en el Hospital K de Comitán, entre diciembre de 2002 y enero de 2003. Viendo que todavía se podían salvar las vidas de los bebés, el director de dicho nosocomio le pidió a Salazar el helicóptero del gobierno para trasladarlos a la Ciudad de México. Pablo se lo negó y en cambio lo prestó para que trasladaran de Guatemala a Chiapas al jugador Guillermo “El Pando” Ramírez para que se integrara al equipo.
El 30 de diciembre de 2008, con Leonardo Castañón al frente de Jaguares, el gobernador Juan Sabines Guerrero autorizó, respaldado por el Congreso del Estado, una inyección de 67 millones de pesos para rescatar al club de la crisis económica originada por el mal manejo de las finanzas. Si Pablo Salazar había abusado de su autoridad para comprar el equipo con dinero público, Juan Sabines continuó invirtiéndole más recursos a eso que sirvió como tapadera de corrupción.
Para justificar la inversión el gobierno sabinista dijo que el pueblo sería el dueño del 51 por ciento de las acciones del equipo y explicó que el dinero serviría para fomentar la infraestructura deportiva y la culminación del proyecto del estadio. Todo fue una vil estafa. Nada de lo que se anunció fue realizado salvo que el club siguió subsistiendo gracias al erario de los chiapanecos.
En mayo de 2010, el Grupo Salinas le compró al gobierno del estado, no al pueblo, el cien por ciento de las acciones de la franquicia por un monto de 25 millones de pesos, una cifra ridícula, absurda, para lo que durante dos gobiernos se le invirtió para librarlo de la desaparición.
SÁTRAPAS Y HAMPONES
La corrupción del equipo Jaguares no es lo único que tienen en común Pablo Salazar y Juan Sabines. Pues los dos tuvieron una trayectoria en el PRI y ambos lo abandonaron cuando fueron desechados por la militancia. También llegaron al gobierno del estado con el respaldo del PRD y bajo sospechas de fraude electoral.
Asimismo, cuando Salazar concluyó su periodo de gobierno fue acusado del desvío de once mil millones de pesos del fondo para la reconstrucción de los municipios afectados por el huracán Stan, entre otros desfalcos, y al finalizar Sabines Guerrero dejó una deuda de más de 40 mil millones de pesos. Sin embargo, la historia que los une viene de más atrás.
En 2006, Pablo buscó dejar el poder en manos de Rubén Velázquez, ex secretario de gobierno, pero la cúpula del PRD le negó la candidatura para su leal sirviente y fue entonces que abogó por Juan Sabines ante Andrés Manuel López Obrador, candidato perredista a la Presidencia de la República.
La única condición para darle la candidatura al ex priista, era que Pablo debía hacerlo gobernador a cualquier costo. Por eso la campaña de Juan Sabines recibió el apoyo de toda la estructura gubernamental, gozó de dinero al por mayor y de una gran campaña publicitaria.
Al final, Sabines fue impuesto por Salazar mediante una clara elección de estado.
SABINES CONTRA PABLO
Lo que Gustavo Díaz Ordaz fue para Luis Echeverría; Pablo Salazar lo fue para Juan Sabines, que aprendió las artimañas para cometer fraudes, desviar recursos y oprimir a la disidencia. No obstante, al poco tiempo de que Sabines Guerrero asumiera la gubernatura inició una persecución política contra su benefactor.
El enfrentamiento empezó por la decisión de Pablo Salazar de contestar las acusaciones del gobierno sabinista que haber desviado los recursos previstos para la reconstrucción del huracán Stan. Para ello documentó el agravio mandando mensajes por correo electrónico a 100 mil destinatarios. Además buscó reforzar su defensa mediante un impreso con un tiraje de 50 mil ejemplares que fueron robados de su casa en Tuxtla Gutiérrez.
Pablo culpó a Sabines del asalto, realizado por individuos enmascarados y armados con metralletas, que redujeron a los vigilantes y robaron sólo los ejemplares de dicho impreso.
La denuncia de esos hechos ante el Ministerio Público federal precipitó la acción penal contra el exgobernador. Y apenas unos días después del asalto Salazar fue detenido en Cancún por la policía ministerial de Quintana Roo a solicitud del Gobierno de Chiapas, el 7 de junio de 2011, acusado de asociación delictuosa, peculado, abuso de autoridad y abuso en el ejercicio de la función pública.
¿CUÁL INDEPENDIENTE?
Después de permanecer preso durante más de un año, el ex mandatario confesó que “la negociación de mi salida se hizo con Juan Sabines. Lo único que me pidió es que yo no fuera a proceder judicialmente en su contra”.
Con todo esto no hay manera de desmentir que Pablo y Juan son cómplices el uno del otro. Lobos de la misma loma. La ambición de poder que una vez los unió fue la misma que los separó. Y este 2018 buscan volver al poder.
Finalmente, ¿cómo puede ser Pablo Salazar candidato independiente si nunca ha podido destetarse del PRI, PAN y PRD? Hay que saber que es el clásico político que predica que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. ¡Chao!
@_MarioCaballero