sábado , noviembre 23 2024

LETRAS DESNUDAS

07 julio 2018

MARIO CABALLERO

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE UN PAYASO Y UN POLÍTICO?

Su historia de vida es la típica de las novelas del Canal de las Estrellas. Nació siendo sapo y terminó como príncipe. Pero no es que se critique su actual prosperidad, lo criticable aquí es que esa prosperidad es perjudicial para millones de personas.

Él, Cuauhtémoc Blanco Bravo, nació en una época desgraciada, como todas las épocas. Es originario del barrio de Tepito y creo que estudió hasta la secundaria. Para olvidarse un poco de la pobreza que lo rodeaba, encontró refugio en el deporte y las minucias costumbres de sus días. Sus parientes y amigos cuentan que cuando no estaba pateando la pelota, buscaba pleitos en las calles.

Así fue su infancia y parte de su juventud. Hasta que cierto día fue descubierto por el promotor deportivo Antonio González, que lo vio jugar representando a la delegación Azcapotzalco en el Torneo de las Delegaciones de la Ciudad de México, en 1989. Lo que la naturaleza le había negado en inteligencia, se lo compensó en habilidad para controlar el balón. Debutó con el club América el 5 de diciembre de 1992, que disputaba un partido contra León. El técnico Miguel Ángel López lo hizo ingresar en el minuto 62 en sustitución de Raúl Rodrigo Lara.

“El Cuauh” asumió el fútbol como un proyecto de vida, pero nunca fue disciplinado. Sin embargo, el talento para el juego le dio fama y riqueza y eso lo llevó a codearse con artistas, actores e incluso tuvo romances con algunas actrices mexicanas. Empero, al lado de esas luminarias era el negrito en el arroz. Dueño de un vocabulario pobre, con faltas de urbanidad hasta para sentarse a la mesa, para no quedar relegado presumía de su dinero o hacía un escándalo. Dentro de las canchas era una estrella, fuera de ellas un estrellado.

Su carrera futbolística duró poco más de veinte años, y más allá de los goles ésta no puede ser entendida sin los golpes, insultos y alborotos. En marzo de 2003, tras jugar contra el Veracruz en el estadio Luis ‘Pirata’ Fuente, Cuauhtémoc Blanco se asomó por una ventana del vestidor visitante y le dio un puñetazo en la cara al reportero David Faitelson. Si era capaz de quitarse la marca de dos rivales saltando entre ellos con el balón entre las piernas (cuauhteminha), también era capaz de demostrar que lo bravo no sólo lo traía en el apellido.

Sin tener cualidades para la actuación le llegó la oportunidad de participar en la telenovela “El triunfo del amor”, interpretando al bombero Juanjo. Su trabajo actoral dio mucho que desear, pero por su carácter jocoso lo invitaron a otros programas como “Bailando por un sueño”, y en dos ocasiones visitó la casa de Big Brother. Antes del Mundial de 2010, enlistado en el equipo Veracruz, protagonizó “La DocuMentada”, un reality show que mostraba el día a día del Temo en el puerto jarocho.

Blanco Bravo estuvo casado con Marisela Santoyo con quien procreó un hijo, pero cuando su fama y fortuna fueron creciendo se relacionó con actrices de televisión. Fue así que se hizo amante de Liliana Lago, quien entonces era esposa del comentarista deportivo Enrique Garay. Los resultados de esa relación fueron una demanda por daños de imagen y una niña.

Luego tuvo una larga duración con Rossana Nájera y después con Galilea Montijo. Tras varios altibajos en su vida sentimental, en 2015 se casó con Natalia Rezende, con quien también tiene un hijo.

Polémico y a veces burlón, en un partido contra el Celaya festejó un gol de “perrito” y en otro juego se burló del técnico argentino Ricardo La Volpe al anotar un gol contra su equipo. Pero éste se la cobró. En el Mundial de Alemania 2006, La Volpe era el entrenador de la selección mexicana y no se olvidó de la ofensa de Cuauhtémoc Blanco, y simplemente lo dejó fuera.

Cuando Virginia Tovar debutó como la primera mujer en dirigir un partido en la Liga Mexicana, el Temo no perdió la oportunidad para lanzarle su mejor prejuicio misógino: “Mejor ponte a lavar trastes”, le dijo.

EL DIVO DE TEPITO

Muchos años más tarde, con el vientre abultado, aquel hombre de barrio tan mal hablado como mal portado, dejó la bebida y se dedicó a ofrecer mejoras en la calidad de vida de la población junto con su mujer y su hijo menor. En las elecciones de 2015, se convirtió en presidente municipal de Cuernavaca en medio de un escándalo de corrupción y violación a las leyes electorales.

Roberto Carlos Yáñez, exsecretario del ayuntamiento de Cuernavaca, documentó que el exfutbolista recibió 7 millones de pesos del Partido Social Demócrata para ser su candidato a la alcaldía de ese municipio morelense, sin importar que ganara o no la contienda.

Dijo que ese dinero había sido aportado por empresarios de la localidad y que se le pagó a Blanco en un periodo de diez meses después del proceso electoral. Y agregó que el contrato fue firmado el 17 de enero de 2015 y que en sus cláusulas establecía que el Cuauh debía cumplir horarios fijos de trabajo, dar autógrafos y tomarse fotos, así como ser cordial y carismático, especialmente con las mujeres. Si las actividades rebasaban el horario de trabajo, se le pagarían horas extras.

¿Fue buen gobernante? Por supuesto que no.

Lo primero que hizo fue enfrentarse con el gobernador de Morelos Graco Ramírez al decir que no iba a aceptar la incursión del Mando Único en su municipio. Pero después de reunirse con el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, terminó firmando el convenio con el comisionado estatal de Seguridad Pública.

En el fútbol su desempeño era más que satisfactorio, pero en la política era un desastre. El 12 de enero de 2016, Cuauhtémoc Blanco fue invitado a visitar una escuela primaria y se equivocó a la hora de los agradecimientos: “Muchas gracias, directora Hortensia. Gracias al licenciado Benito Juárez García por permitirnos compartir este momento con todos ustedes. Muchísimas gracias y como siempre lo he venido diciendo, confíen en mí”, dijo. Creyó que el nombre de la escuela era también el de una autoridad del plantel.

En junio de 2016, la regidora del PRI, Karla Jaramillo, acusó al famoso alcalde de gastarse el presupuesto de Cuernavaca en la mitad del tiempo. Después, Eduardo Bordonave, dirigente del PSD, aseguró que el exfutbolista no era quien gobernaba el municipio, sino José Manuel Sanz, representante de Blanco y secretario técnico del ayuntamiento. También la regidora Amelia Fernández lo acusó de amenazarla y de utilizar documentos falsos para obligarla a renunciar, y según cuentan Cuauhtémoc sobornó a un juez para desestimar los señalamientos en su contra y hasta la fiscalía presentó pruebas científicas donde hacía constar que la denuncia de Fernández era falsa.

Lo más lamentable de todo esto es que Cuauhtémoc Blanco, cuyo nivel de popularidad es similar al de su ineptitud como gobernante, ganó la gubernatura del estado de Morelos el 1 de julio pasado respaldado por Morena. Obvio, en su apabullante triunfo tuvo mucho que ver el efecto López Obrador, como en muchos otros casos.

UN VOTO NO RAZONADO

Todo lo antes dicho viene a colación por los resultados de los comicios pasados, donde la gente pudo votar libremente pero no se detuvo a medir los riesgos de su voto. No puedo negar que México ha satisfecho el domingo sus inmensas ganar de creer en algo, pero ese algo es tan grande que difícilmente podrá hacerse realidad.

El de México fue un voto de hartazgo que apenas está vinculado con lo que necesita el país para salir adelante. Porque ¿qué pueden ofrecer gentes como Cuauhtémoc Blanco que ya tuvo su oportunidad como gobernante y fracasó rotundamente?

México no necesita de famosos, sino de políticos, de expertos en el arte de gobernar. No requiere de actores como Sergio Mayer o Ernesto D´Alessio que pronto tomarán sus respectivas curules en la Cámara de Diputados. ¿Qué pueden aportar para la gobernabilidad el exboxeador Erick ‘El Terrible’ Morales, o la ex miss de belleza Geraldine Ponce, o el exfutbolista Manuel Negrete?

En columnas anteriores he dicho que la democracia ha ganado y que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tendrá la legitimidad que los anteriores no han tenido, y lo vuelvo a confirmar. Pero con actores, actrices, cantantes, ex deportistas y bailarines de sólo para mujeres, los resultados que vienen pueden no ser los esperados.

El título de este texto pregunta ¿cuál es la diferencia entre un payaso y un político? Creo que todos sabemos la respuesta: el voto no razonado. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dos × 2 =