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LETRAS DESNUDAS

13 Julio 2018

MARIO CABALLERO

¿SERÁ CARLOS MORALES LA DIFERENCIA?

Hace no mucho tiempo, en 2011, Tuxtla Gutiérrez fue enlistada como una de las diez mejores ciudades para vivir o visitar en México. Contaba con el reconocimiento de Ciudad Limpia por parte de la Profepa y ese mismo año había obtenido el certificado de Comunidad Segura de la International Safe Community Network, siendo la tercera ciudad en Latinoamérica y la primera en el país en recibir dicha certificación. Pero todo era una mentira. Parte de una estafa planeada para impulsar la carrera política del acalde de ese entonces que anhelaba convertirse en gobernador de Chiapas.

Tuxtla Gutiérrez no se compara en nada con las capitales de otros estados de la República, y aunque tiene la apariencia de una ciudad moderna y desarrollada presenta un atraso de al menos cuarenta años y la mayoría de sus habitantes vive en situación de pobreza y marginación. El desempleo, las complicaciones con la basura, el agua potable, el drenaje, el alumbrado público y el abandono de las vialidades son quizá sus principales problemas.

Casi desde que decretaron a Tuxtla como municipio libre fue gobernado por priistas. Pero sin duda el periodo de gobierno más infame empieza en 1995 con la administración del panista Enoch Araujo Sánchez, y termina en 2015 bajo la gestión de Samuel Toledo Córdova Toledo. Durante esos veinte años la ciudad fue despojada de su dignidad, saqueada por presidentes corruptos que no hicieron más que saciar su hambre de poder y riquezas, agrandando la desigualdad social al tiempo que creaban una deuda pública impagable.

NUEVE AÑOS FALLIDOS

Tal vez Enoch Araujo sea un exitoso empresario, pero ese éxito contrasta con lo mediocre que fue su gobierno. Fue el segundo panista en asumir la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez y lo hizo después de dieciséis años de gobierno priista, pero no hubo un cambio. Los tres años de su alcaldía los dedicó a pelearse con el exgobernador Julio César Ruiz Ferro, quien acabó huyendo del estado manchado con la sangre de los 45 indígenas asesinados en Acteal en 1997.

Otro panista lo relevó en el cargo, el ginecólogo Francisco Rojas Toledo. Siendo experto en ovarios nada pudo hacer para resolver los históricos problemas de la ciudad. Su gobierno fue una simulación. Con el discurso de la honradez encabezó un trienio absurdo, dicharachero y descocado, cerrando ese episodio con un descarado robo a las arcas de los tuxtlecos. Antes de abandonar el puesto solicitó al cabildo un bono de productividad para el cuerpo de gobierno, y nada más él se autorizó un generoso bono de 2.7 millones de pesos. De ahí que sea conocido como Pacobonos.

Victoria Rincón Carrillo, también del PAN, continuó después de Rojas Toledo pero obtuvo la presidencia de Tuxtla Gutiérrez bajo un supuesto fraude electoral. No obstante, se convirtió en la primera mujer en gobernar la capital chiapaneca, aunque eso no significó nada.

El mandato de Vicky estuvo salpicado de actos de corrupción. Por ejemplo, según la Acta de Cabildo 137 perteneciente al periodo 2001-2004, que presidió la panista, da cuenta de una deuda de 104 millones de pesos que se adquirió para la realización de diversas obras que nunca se llevaron a cabo. Entre éstas está la construcción de un relleno sanitario, la pavimentación de vialidades, el levantamiento de un puente en el río Sabinal, la apertura de la Prolongación del Boulevard Juan Sabines y la elaboración de la techumbre del mercado Pascasio Gamboa. Además, de la reparación de fugas de agua y del alcantarillado, y la edificación de 4 puentes en la colonia Bienestar Social.

El caso del relleno sanitario es el desfalco de mayor gravedad. Principalmente porque la exalcaldesa compró el terreno para tal fin a unos amigos suyos, pero éste se encontraba en una zona ejidal, en Copoya, que legalmente no podía ser adquirido de manera directa por el Ayuntamiento. Aparte, esa deuda que se obtuvo con el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos sigue vigente. Se pactó a un plazo inicial de diez años que luego fue reestructurada a 20, por lo que los tuxtlecos aún la seguimos pagando sin haber recibido nada a cambio.

DE SABINES A CÓRDOVA TOLEDO

En este valle, la tierra es tan temperamental como los habitantes. Después de esos nueve años fallidos la sociedad tuxtleca salió a las urnas y volvió a elegir a alguien del PRI para que los gobernara. Y sin saberlo votaron por quien inauguró una etapa incluso peor que la de los panistas: Juan Sabines Guerrero.

Sabines ni siquiera terminó su periodo de gobierno, y en el poco tiempo que estuvo al frente del municipio se empeñó en utilizar el puesto para promocionar su imagen. Fue un insulto la cantidad de dinero que invirtió en publicidad. Desde luego, antes de dejar la alcaldía se encargó de colocar a gente de toda su confianza para que encubriera los abusos y respaldara su candidatura al Gobierno del Estado.

Se separó del cargo el 26 de abril de 2006 y fue relevado por María del Rosario Pariente Gavito, quien no sólo ocultó los desfalcos pues también se presume que desvió millones de pesos del erario capitalino para financiar la campaña de Sabines. Ella, en complicidad con Jaime Valls Esponda y su benefactor, firmó el convenio que privatizó el servicio de limpia con la empresa española Proactiva Medioambiente, S.A de C.V., hoy Veolia.

En 2007, una vez más la gente se volcó por el cambio y escogió al perredista Jaime Valls, quien fue tesorero municipal durante la gestión de Sabines. Déspota y prepotente, Valls estuvo enredado en escándalos y tráfico de influencias. Se supo que varios miembros de su familia estuvieron en la nómina del Ayuntamiento cobrando un sueldo sin trabajar y que los constructores que ejecutaron las obras del municipio eran amigos de él que vinieron de la Ciudad de México nada más a llenarse los bolsillos. Se dice, también, que cometió uno de los más grandes hurtos a la comuna tuxtleca a través de la reconstrucción del mercado Juan Sabines, antes Díaz Ordaz.

Su sucesor fue Yassir Vázquez Hernández, el hijo putativo de Sabines Guerrero, de quien se tienen los recuerdos más despreciables. Antes de ser investido como presidente municipal vivía en una casa de interés social y tomaba caguama en una cantina de la colonia Las Palmas. Hoy es millonario. Se comenta que tiene una cadena de hoteles en Cancún y que es propietario de lujosos departamentos en la Ciudad de México, donde bebe champán y los mejores whiskies.

Con la obra “¡Qué viva el centro!”, que supuestamente buscaba darle una imagen vanguardista al primer cuadro de la ciudad, Yassir hizo un festín de rapiña con la que se enriquecieron varios funcionarios del gobierno municipal y estatal, constructores y, por supuesto, el propio alcalde. Por la presión de los proveedores un día tuvo que escapar dentro de la cajuela de un coche. Y cuando renunció al cargo dejó una deuda de más de 900 millones de pesos.

Le siguió Samuel Toledo Córdova Toledo, quien había sido titular de varias secretarías en la administración de Juan Sabines. Lo primero que hizo fue inflar la nómina del Ayuntamiento con familiares y amigos, entre ellos el hijo mayor del gobernador, malversó millones de pesos en frivolidades, publicidad y en sus recurrentes borracheras. Dicen que renegoció el pago mensual a Proactiva llevándose una jugosa tajada. Se rumoró que para la organización del último informe de actividades gastó 80 millones de pesos.

¿UNA NUEVA ETAPA?

De tal manera, las expectativas que hay en Carlos Morales, presidente municipal electo, son muchas. Respaldado por el partido Morena que idealiza la honestidad y el combate a la corrupción como medios para el desarrollo, ¿podríamos decir que llegó la hora de inaugurar una nueva etapa para Tuxtla Gutiérrez?

Morales ganó conforme a lo previsto y con contundencia. Cuando tantos votantes apoyan a un candidato tan fervientemente se vuelven más significativos que el candidato mismo. Por lo cual el virtual alcalde dispone de un capital político inmenso, pero no puede desligarse de la gente que lo eligió.

Así que Carlos Morales tiene frente a sí la mejor oportunidad de hacer realidad el mensaje de transformación que dio en campaña y para convertir su éxito electoral en éxito gubernamental. Ya dio muestra de ser un gran político, ahora debe demostrar que ser depositario de la confianza ciudadana es sólo el principio de los tiempos de esperanza que han inundado a todo México. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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