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LETRAS DESNUDAS

07 agosto 2018

MARIO CABALLERO

LA MARCHA DE LOS INSENSATOS

¿Se puede confiar en los hijos de ex gobernantes corruptos? ¿Qué probabilidades hay de que no cometan los mismos errores y abusos de sus padres? Estas preguntas surgen a partir de que el presidente Andrés Manuel López Obrador nombró secretaria de estado a la hija de un exgobernador de Chiapas. Propone un futuro renovando lo peor del pasado.

Un dicho del cine nos dice que las segundas partes nunca son buenas. Y la historia nos recuerda que la descendencia de todo político casi nunca ha buscado gobernar, sino sólo enriquecerse. Si acaparar el poder es el anhelo de todo político; heredarlo es el de todo padre. Tal vez por eso Ovidio escribió: “¿No sabes que los reyes tienen las manos muy largas?”.

El Doctor Rafael Pascasio Gamboa fue gobernador de Chiapas de 1940 a 1944. Fue el primer presidente nacional del PRI en 1946 y desempeñó diversos cargos en la administración pública como la Secretaría de Salubridad y Asistencia durante la presidencia de Miguel Alemán Valdés.

Como gobernador fue un gran impulsor de la obra pública con construcciones de escuelas, carreteras, hospitales y varios palacios municipales que hay en el estado son parte de su gestión. De igual manera fomentó la educación, el sector salud, y en materia de cultura colocó a Chiapas en el centro de los estudios antropológicos que por entonces comenzaron a proliferar.

Su hijo Rafael quiso seguirle los pasos, pero con poco éxito. En dos ocasiones fue diputado federal y también dos veces presidente del PRI en Chiapas, entre otros cargos partidistas de muy poca importancia. En 2001, junto con siete ex funcionarios de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, fue multado e inhabilitado por tres años para desempeñar cualquier cargo en la administración pública federal, ya que se descubrió que había metido aviadores en la nómina y entregó facturas apócrifas cuando fue coordinador de Comunicación Social de dicha dependencia.

El exgobernador Samuel León Brindis (1958-1964) también es el precursor de otra dinastía de políticos, pero a diferencia de él no gozan del prestigio y la honradez que siempre lo caracterizó. Y nunca tuvieron posibilidades de llegar a la gubernatura de Chiapas.

De los hijos del Doctor muy poco se sabe, pero sí de uno de sus sobrinos, el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Noé Castañón León: un abogado inmensamente rico que ha estado enredado en escándalos de tráfico de influencias y acusado por presunto enriquecimiento ilícito. El hijo de éste, el priista Noé Castañón Ramírez, estuvo implicado en el fraude conocido como Panama Pappers. Ahí se supo que tiene cuentas bancarias en Andorra y en las Islas Caimán para evadir el fisco. Además, el 26 de septiembre de 2016, secuestró a sus tres hijos menores de edad, quienes –se dice- no han vuelto a ver a su madre.

Jorge de la Vega Domínguez fue gobernador de Chiapas del 1 de diciembre de 1976 al 9 de diciembre de 1977, y durante su corta administración hubo varios desalojos, asesinatos de líderes campesinos, torturas y quemas de casas de familias indígenas ordenadas desde Palacio de Gobierno. En el desalojo del 10 de junio de 1977, en Simojovel, se cuenta que los cuerpos de las víctimas fueron lanzados desde los helicópteros militares.

Dejó el cargo de gobernador por asumir la Secretaría de Comercio con el presidente José López Portillo. En 1986 fue designado presidente nacional del PRI y el 1 de diciembre de 1988 fue designado por Carlos Salinas como secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Por todos esos cargos y las relaciones con gente en el poder, se cree el dueño de Chiapas y viene cada vez que hay elecciones. Y su familia le ha seguido los pasos.

Su hija Katina de la Vega, por ejemplo, ha participado en los saqueos, violaciones a las leyes, en el mal ejercicio del poder y en los engaños al pueblo de Chiapas, al haber sido colaboradora de los ex gobernadores Roberto Albores Guillén, Pablo Salazar y Juan Sabines Guerrero, haciendo negocios directos e indirectos con el gobierno, tomando decisiones y enriqueciéndose a manos llenas con sus empresas proveedoras de servicios y constructoras, además de desempeñar cargos como “consejera”.

UNA ÉPOCA MÁS RECIENTE

Juan Sabines Guerrero gobernó de 2006 a 2012, y su ascenso al poder no fue por méritos propios, sino por su famoso apellido.

En contraste con el buen desempeño de su progenitor, el exgobernador Juan Sabines Gutiérrez a quien se le debe la transformación de Tuxtla Gutiérrez y construcciones importantes como el Palacio de Gobierno, el Congreso del Estado, el Teatro de la Ciudad, el zoológico, el Museo de Antropología, entre otros, Sabines Guerrero condujo al estado sin un proyecto de gobierno, improvisado, con funcionarios viciosos y terminó endeudando a los chiapanecos con más de 40 mil millones de pesos. Se colgó de la fama de su familia, pues es pariente del prócer Joaquín Miguel Gutiérrez, y acabó hasta con lo que no era suyo.

Ante esto hay que destacar que el gobernador Manuel Velasco Coello no tuvo ese apoyo. Aunque es nieto del exgobernador Manuel Velasco Suárez, un famoso neurocirujano que durante su gestión fue impulsor de la salud, la educación, la cultura y fue fundador de la Universidad Autónoma de Chiapas, supo brillar con luz propia. Su abuelo murió cuando él apenas era un niño. Así que tuvo que echar mano de su imaginación para construirse una carrera política por sí mismo.

Desde la diputación local que obtuvo con el PVEM hasta la gubernatura del estado, son fruto del esfuerzo, del empeño y de esa confianza que supo ganarse con la gente, con las mujeres indígenas, con los artesanos, a los que apoyó con gestiones en el Congreso local, en la Cámara de Diputados y en la Senadores. No dependió del apellido para llegar al poder, sino de un trabajo político personal y fino.

Hace unos meses, los nombres de Roberto Albores Gleason, Zoé Robledo Aburto y Luis Armando Melgar Bravo sonaron para ser candidatos al Gobierno de Chiapas mientras aún fungían como senadores. Los dos primeros son hijos de los exgobernadores Roberto Albores Guillén y Eduardo Robledo Rincón, respectivamente. Melgar Bravo es hijo del priista Antonio Melgar Aranda, que sólo le faltó ser gobernador ya que fue diputado federal, senador, presidente del PRI estatal y presidente municipal de Tapachula. Dos hermanos de Melgar Bravo y otros parientes también incursionan en la política.

De los tres sólo Albores Gleason logró ser candidato. Pero ¿por qué no le alcanzó el apellido para ganar la gubernatura? Porque antes lo alcanzó su historia. Su padre tuvo un gobierno corrupto del que varios de sus funcionarios terminaron en la cárcel, y fue expulsado del PRI cuando apoyó a Juan Sabines Guerrero en la elección de 2006 y no al candidato de su partido.

Y Albores Jr. no pudo desligarse de la sombra del exgobernador Juan Sabines Guerrero, quien le dio carrera política primero como secretario de Fomento Económico y luego como secretario de Turismo. En 2009 lo hizo diputado federal y en 2012 senador. Antes y durante la campaña pasada, se corrió el rumor de que Sabines había financiado su proyecto y que varios exfuncionarios sabinistas estaban operando políticamente para el acarreo de gente y compra de votos a su favor.

¿POR QUÉ CONFIAR?

Con esta pequeña semblanza de dinastías políticas, ¿por qué debería confiar López Obrador en Josefa González Blanco Ortiz Mena, hija del exgobernador José Patrocinio González Blanco Garrido?

Para empezar su padre es hijo del también exgobernador Salomón González Blanco. Y siendo gobernador fue acusado de corrupción, asesinatos de homosexuales y fue considerado el causante de agravar las condiciones que motivaron el levantamiento del EZLN. El 4 de enero de 1993, el ex presidente Carlos Salinas nombró a Patrocinio González como Secretario de Gobernación y lo destituyó por la crisis en Chiapas el 10 de enero de 1994, apenas una semana después de iniciado el conflicto zapatista.

Por otro lado, Josefa González es una abogada con una maestría en Arte Transformativo que desde hace varios años está encargada del Parque Nacional Los Aluxes, en Palenque, Chiapas, donde supuestamente ha traficado especies en peligro de extinción. Es lamentable que a pesar de esa denuncia, AMLO la haya nombrado Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Las segundas partes no son buenas. Ser de descendencia política no es garantía de éxito. “Malos tiempos para la lírica”, escribió Brecht en los albores del nacismo. “Malos nombramientos para el gobierno”, diría hoy. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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