13 octubre 2018
MARIO CABALLERO
TUXTLA: EL CAOS Y LOS CULPABLES
Un fracaso no se improvisa, apuntó el escritor Joan Fuster. Ese sentimiento de que en Tuxtla Gutiérrez vivimos al borde del precipicio es resultado del irresponsable manejo del poder. La crisis económica, la falta de empleos, la pésima condición de las calles y el mal funcionamiento de los servicios públicos no es un asunto de la casualidad, sino de deliberada intención.
Desde la presidencia municipal de Juan Sabines Guerrero hasta la de Samuel Toledo la capital de Chiapas se cubrió de una gruesa manta de complicidades, y no hubo palabras suficientes para describirla y condenarla. La decadencia de la ciudad fue tan grave en esos años que hasta se pensó que habíamos llegado a un punto donde nada podía ser peor. Nos equivocamos.
La “administración” (entiéndase el uso de las comillas) de Fernando Castellanos Cal y Mayor demostró que la corrupción de los gobiernos anteriores no había sido suficiente para cimbrar las estructuras del privilegio, ya que en ese trienio mientras miles de familias vivían en la exclusión, la clase gobernante municipal se regodeaba en la opulencia, en el despilfarro, en los lujos.
A eso hay que sumarle el incremento de la deuda, los despidos injustificados, el aviadurismo y el enriquecimiento repentino de algunos funcionarios del Ayuntamiento. No hay que soslayar que se desvió dinero de las arcas municipales para utilizarlos en fines políticos. Sin duda fue una etapa en que también se dejó de cumplir con el pago de salarios y prestaciones a los trabajadores, y todo por satisfacer intereses de poderosos empresarios.
ALGO SOBRE EL CAOS
Octavio Paz, no el poeta sino el intelectual, dijo: “Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados”. Ante la evidente ruina, Fernando Castellanos pedía a gritos a la ciudadanía que le creyera que en Tuxtla había avances en el sector salud, en la generación de empleos, en el desarrollo económico y, especialmente, en seguridad.
Castellanos Cal y Mayor asumió la alcaldía en octubre de 2015, y en el primer año de su gestión el Instituto Mexicano de la Competitividad dio a conocer que de 74 ciudades evaluadas, Tuxtla Gutiérrez fue la peor calificada en los 10 subíndices que componen el Índice de Competitividad Urbana (ICU), que tiene que ver con temas como el medio ambiente, políticas públicas, gobierno, economía y otros.
De acuerdo a ese informe, Tuxtla pasó del lugar 13 al 74 en cuanto a seguridad, es decir, al último lugar. Se detalló que durante el gobierno verdecologista se triplicó el robo a negocios, que derivó en la fuga de capitales y en la pérdida de miles de empleos. Sin embargo, Fernando Castellanos recibió en noviembre de 2016 el Certificado de Comunidad Segura de parte del Instituto Cisalva de Cali, Colombia, cuya reputación está en tela de juicio por los rumores que dicen que dicho organismo vende los certificados por la cantidad de cincuenta mil pesos.
Abundemos, entre abril y junio de 2016 se registraron 498 robos con violencia en Tuxtla Gutiérrez, que equivalió al 36.86% del total denunciado en todo Chiapas. Lo grave es que la tasa nacional del mismo delito fue en su momento de 34.38%, y el de la “Comunidad Segura” de 80.17 por ciento, incluso mayor que la de 2015 que fue de 71.59.
Ante el fracaso de la estrategia de seguridad, la sociedad tuxtleca tomó en sus manos el tema y comenzó a organizarse por brigadas en muchas colonias de la ciudad. Por eso vemos todavía algunas lonas colgadas con la leyenda “si te atrapamos robando, te linchamos. Atentamente los vecinos”. Eso por sí solo habló del vacío de poder, de la ingobernabilidad y de una regencia en la simulación.
ALGUNOS CULPABLES
Frente a la anarquía que significó el gobierno anterior, Fernando Castellanos no fue el único culpable del caos y tampoco el único beneficiado en la rapiña, pues entre los funcionarios que promovieron la inestabilidad social y la corrupción desde sus respectivos puestos estuvo la contadora María Cristina Palomeque Rincón, ex tesorera municipal y persona de todas las confianzas del alcalde Castellanos.
La contadora Palomeque tiene fama de ser hábil en el manejo del dinero. También de ser una mujer poderosa y millonaria que cuenta con amistades importantes entre los altos mandos del PRI. Se dice que abusando de su autoridad incluyó en el padrón de proveedores del Ayuntamiento sus empresas personales y las de su familia.
En muchas ocasiones los demás proveedores denunciaron que Palomeque Rincón les exigía el diezmo a cambio de pagarles sus facturas. Si se negaban simplemente no les pagaba o les daba largas. El alcalde lo supo y no hizo nada por remediar el abuso. Por otro lado, se habla de que en la inmensa fortuna de la ex tesorera se haya ranchos ganaderos, residencias, salones de fiesta y una cuenta millonaria.
Otro de los grandes beneficiados fue Raúl Castillejos Acuña, quien antes de ser secretario particular de Castellanos Cal y Mayor era un servidor público mediocre, pero cuando abandonó el cargo presumía su riqueza y las propiedades que obtuvo a través de pactos en lo oscurito. ¿Por qué muchas de las demandas sociales nunca obtuvieron respuesta en los pasados tres años? Simple, porque el mencionado secretario se encargó de obstaculizarlas y desechar las que para él no eran redituables económicamente.
Veamos. Se comenta que Raúl Castillejos estafaba a los constructores pidiéndoles un moche en efectivo a cambio de contratos de obra pública. De esos negocios proviene su actual riqueza que nunca ha tratado de esconder. Cierto día –cuentan- embrutecido por el alcohol, dijo que una de sus camionetas marca Porsche Cayenne (que vale alrededor de un millón quinientos mil pesos) se la regaló un empresario en agradecimiento a su apoyo en la gestión de un contrato de obra.
Varios medios de comunicación revelaron que Castillejos Acuña posee un rancho, tres casas que superan los nueve millones de pesos, además de varios automóviles de lujo. Aparte, se le acusó de prepotencia, del desvío de recursos públicos, de pagar para que golpearan a periodistas críticos al régimen y de acosar sexualmente a las secretarias.
Créame que la corrupción encabezada por estos dos personajes tan sólo es la punta del iceberg. Hace algunos días, en estas mismas páginas traté de mostrar el fraude cometido en Smapa y con el que supuestamente Castellanos Cal y Mayor pagó parte de su desbordante campaña política a la gubernatura. Ese fraude está cuantificado en más de 650 millones de pesos.
¿Qué tanto dinero fue robado en el gobierno de Fernando Castellanos?
SÓLO UN TÍTERE
A mediados de 2017, una fuente de Letras Desnudas confesó que al finalizar una reunión de Cabildo un jefe de departamento se le acercó al alcalde para solicitarle recursos para la compra de materiales y equipos de trabajo. Ese dinero no requería la autorización del Cabildo, así que Castellanos Cal y Mayor le firmó la solicitud. Pero el entonces regidor Felipe Granda Pastrana le dijo al presidente que esos recursos no se entregarían. Y, ciertamente, no se entregaron.
Ese es tan solo un ejemplo de que Fernando Castellanos obedecía las órdenes de un grupo de empresarios locales, quienes ordenaban qué obras hacer, cuándo y a quiénes les tenían que ser asignadas, y si es que en verdad se hicieron. Como sea terminaron más ricos de lo que antes eran, y con dinero del pueblo. A la sazón, ¿quién gobernó Tuxtla realmente?
Empero, al final de cuentas el responsable de todo el caos se llama Fernando Castellanos; de que muchos funcionarios se enriquecieran con el dinero de los tuxtlecos, también es Fernando Castellanos quien los solopó; de que la deuda pública haya incrementado en los últimos años, también; de igual manera de los problemas con el alumbrado, el agua potable, el alcantarillado y la basura. Y no nos olvidemos de la crisis de inseguridad, de la proliferación de cantinas en el primer cuadro de la ciudad y de la prostitución que se ejerció de día y noche en las calles del centro de Tuxtla Gutiérrez.
Hoy, la culpa de que no haya dinero para pagar los sueldos y los aguinaldos de los trabajadores del Ayuntamiento recae ineludiblemente en Castellanos Cal y Mayor, quien queriendo ser gobernador del estado terminó convirtiéndose en el peor presidente municipal que hayan tenido los tuxtlecos en la historia reciente.
Un fracaso no se improvisa, escribió Fuster. Por todo esto el gobierno morenista tiene un doble compromiso: gobernar bien y procurar que se haga justicia. ¡Chao!
@_MarioCaballero