19 octubre 2018
MARIO CABALLERO
PATROCINIO: MI VERSIÓN
Jorge Ibargüengoitia afirmaba que a los héroes les conviene crearse a sí mismos un rasgo que los distinga y facilite convertirlos en estatuas. Por ejemplo, Morelos es “el del pañuelo en la cabeza”, y el Pípila, cuyo rostro todo mundo desconoce, adquiere identidad por la inmensa piedra que carga en la espalda. Uno de nuestros héroes más importantes, Benito Juárez, comparece en parques, calles y rotondas, en piedra o en bronce, con peinado permanente de raya al lado y semblante serio. Se levanta como el imperturbable de nuestra difícil historia.
Pero no creo ver nunca un monumento en honor a Victoriano Huerta, Porfirio Díaz, Gustavo Díaz Ordaz o José de León Toral, personajes importantes de México que más allá de haberse fabricado una imagen, como Huerta vestido con su lujoso traje militar adornado de condecoraciones en el pecho y espada en el cinto, sus acciones impiden que sean homenajeados en perpetuas esculturas de cantera.
Para no ir más lejos, dudo mucho ver algún día en la esquina de un parque aunque sea un pequeño monolito con la cara de Patrocinio González Blanco Garrido. Para muchos sólo mencionarlo es motivo de indignación o miedo. Lo que hay escrito sobre él en la prensa lo muestran como un exgobernador déspota y sanguinario. Y hace pocos días tuve la ocasión de entrevistarlo y me dio una versión distinta a la que todos sabemos.
Don Patrocinio González vive en una hermosa residencia en Tuxtla Gutiérrez, con su enorme portón verde, altos muros pintados por dentro y por fuera en color blanco y un patio lleno de plantas y árboles que le dan a uno la sensación de estar en un bosque tranquilo. Toda la casa en su interior es modesta, nada de lujos ni excentricidades, pero sí está llena de mucha luz natural. Es grande, sí. También bonita. Sin embargo, no tiene ese toque excesivo y presuntuoso como el que acostumbran muchos hombres poderosos.
Él me recibió en la puerta principal. Bienvenido, dijo. Nos acomodamos en una mesa de jardín situada en el corredor que da al patio. Llevaba puesto unos cómodos zapatos negros, camisa de cuadros y pantalón azul marino. Su rostro, apacible y de buen temple, me dio la apariencia de tener menos años de los 84 que ha vivido entre buenas y malas experiencias.
Ante ese talante despreocupado, pregunté: ¿cómo se siente, Don Patrocinio, después de 25 años de haber dejado el gobierno del estado, qué Chiapas nos dejó?
Se apoyó en el respaldo de la silla, y dijo: “Me siento bien. Porque creo que dejamos a un Chiapas que vivía en razonable armonía mediante el “imperio de la ley”. O sea, la vigencia del orden jurídico hacía que las diferencias y los conflictos tuvieran un cauce. Dejamos reestablecida la educación a pesar de que cuando recibí el gobierno el conflicto magisterial llevaba diez años. También reestructuramos la Universidad Autónoma de Chiapas con un mejor marco legal para acabar con la serie de corruptelas y desviaciones que ahí existían, además de que era la universidad que tenía mayor número de computadoras por alumno en el país. En verdad es muy difícil autocalificarse, pero yo creo que mi gobierno ha sido de los menos malos”.
- Ese imperio de la ley que usted menciona, ¿no fue cacería política, represión gubernamental?
- Mira, yo tuve el índice más bajo de ciudadanos en las cárceles de toda la República. Hubieron menos presos por habitante en Chiapas que en cualquier otro estado. ¿Quiénes estuvieron presos? Los que se la merecían. Llámale represión, pero, por ejemplo, el delito de despojo: cien campesinos o indígenas invadían un rancho y cometían el delito, los agarraban y los metían a la cárcel. ¿Qué hice? Reformé la ley para establecer el principio de autoría intelectual: “A ver, hijito, ¿por qué te metiste? Es que fulano me dijo”, y ese era el líder que nunca se metía. Íbamos por él, lo encarcelábamos y soltábamos a los cien campesinos.
Continúa: “Ora, entre más grande es el callo, más duele el pisotón. Definitivamente sí afectamos intereses que después revivieron y que se han dedicado a cuestionar nuestra gestión. Y te puedo decir una cosa: no hay un solo caso en el que puedan señalarnos de que manipulamos la ley para encarcelar a un inocente. Es más cuando yo salí del gobierno después del rompimiento con el presidente Carlos Salinas, mandaron a hacer una auditoría judicial con tres magistrados federales que revisaron todos los expedientes para ver cuál agarraban para colgarme, y no agarraron ni una. Entonces sí aplicamos la ley, sí acabó la impunidad y no hubo recomendados”. Eso es lo que realmente ocurrió.
Hay organismos defensores de derechos humanos que acusan a su gobierno de asesinar a líderes campesinos como Sebastián Pérez Núñez y Arturo Albores Velasco, dirigentes de la CIOAC y OCEZ respectivamente. ¿Qué puede, usted, decir al respecto? -pregunté.
“Vamos a ubicarnos en la realidad, Mario. Sí hubo asesinatos en ese sexenio, pero ¿por qué me atribuyen esas muertes? Para hacer una imputación como esas se tendría que acreditar. Para empezar hay que saber qué conflicto tuvieron esos líderes campesinos conmigo, cuándo nos confrontamos, qué factor de inseguridad constituyeron para mi gobierno. Porque tiene que haber una razón. Pero no hubo tal amenaza de ellos para mí, nunca, porque mi gobierno era muy fuerte. Tuvimos un gran respaldo de la gente y una estructura política muy sólida. No sentí en ningún momento riesgo a la estabilidad social, ni que ninguna persona o grupo fuera un factor de desestabilización”, respondió categórico.
Don Patrocino González gobernó el estado de Chiapas del 8 de diciembre de 1988 al 4 de enero de 1993. Su salida se debió a la invitación que el expresidente Carlos Salinas le hizo para hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación. Pero antes de irse a la Ciudad de México su administración se vio manchada por una ola de homicidios de homosexuales. Se supo de 15, aunque hay quienes aseguran que fueron muchos más.
Algunos medios de comunicación y activistas señalaron que el entonces jefe de la policía, Ignacio Flores Montiel, subordinado del exmandatario, fue quien ejecutó los asesinatos.
- Ignacio Flores Montiel fue acusado de esos homicidios de homosexuales –dice-. Mariano Herrán lo detuvo en la Ciudad de México al margen de la ley, lo subió a un avión, lo trajo aquí (Tuxtla Gutiérrez) y lo sujetó a proceso. En el proceso la justicia federal lo declaró inocente. ¿Por qué? Porque los testigos declararon en qué oficina y a qué hora Don Ignacio había dado la orden de matar a los homosexuales. Dos testigos, todo acreditado.
En el proceso se probó –sigue contando el exgobernador- que esa nunca fue la oficina de Don Ignacio y en esa fecha y hora él ya no era jefe de la policía. Después la Comisión de Derechos Humanos emitió una resolución acreditando que se habían violado todos los derechos de Don Ignacio. El que sí fue a la cárcel fue Mariano Herrán, entre otras cosas, por una fortuna multimillonaria que nunca pudo explicar de dónde venía.
Así que yo no creo que haya sido válido hacerle una acusación como esa a Don Ignacio, quien por cierto murió en condiciones de muy limitada capacidad económica, concluye.
OTROS TEMAS, OTRAS HISTORIAS
La charla fue acompañada de un rico café. El suave viento refrescaba nuestro entorno a pesar de que el día estaba bochornoso. Ahí, rodeados de árboles, mientras Don Patrocinio González estaba inclinado sobre aquella redonda mesa de cristal y con los pies cruzados debajo de la silla, pregunté: ¿qué puede decirme del gobernador electo Rutilio Escandón Cadenas?
- Yo creo en los abogados. Quien conoce la teoría general del Estado está en mayor aptitud y capacidad de conducir la acción de gobierno sin andar inventando figuras e instituciones. Él es un hombre serio, de mucho compromiso contra la corrupción y la frivolidad, y muy decidido a asumir una actitud republicana en el gobierno. Quiero creer en él porque Chiapas necesita un respiro, encontrar un nuevo cauce, un nuevo cambio, paz y progreso.
Ahí, en esa enorme casa de paredes blancas, Don Patrocinio me aseguró que él no será parte ni del gobierno de AMLO ni del Doctor Rutilio Escandón, a pesar de la amistad que tiene con ellos. Terminamos con eso y con una afectuosa despedida.
Así que amable lector, lectora, lo invito a formarse una opinión a partir de la versión de quien vivió el gobierno conocido como el imperio de la ley, la de Don Patrocinio González, quizá el más polémico y enigmático de los gobernadores de Chiapas. ¡Chao!
@_MarioCaballero