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LETRAS DESNUDAS

06 febrero 2019

MARIO CABALLERO

SABINES: ¿CÓMO TE ATREVES?, 2

Ayer hablábamos de algunos aspectos de la falta de autoridad moral de Juan Sabines Guerrero y de su insultante pretensión de volver a gobernar Chiapas a través de su hijo mayor. Hoy toca hablar del aberrante uso que le dio al poder durante los seis años de su gobierno, afectando por igual los sectores social, político y económico.

LO SOCIAL

Sabines Guerrero no tuvo un plan de gobierno. De hecho su administración se trató en realidad de una suma de programas absurdos y difíciles de poner en práctica, como la construcción de un aula cada tres horas o la cobertura universal de salud; voluntaristas otros, como el combate a la corrupción e impunidad; destructivos algunos, como las reformas discriminatorias, arcaicas y violatorias de los derechos humanos que realizó a la Constitución de Chiapas y que presumió como Carta Magna Siglo XXI; disparatados otros más, como las Ciudades Rurales Sustentables que costaron una gran fortuna y que hoy no son más que pueblos fantasmas.

A pesar de la enorme derrama económica que la federación otorgó al gobierno de Sabines, no hubo justicia social. Al contrario, según el informe de 2012 del Coneval, Chiapas ocupó el primer lugar en pobreza y pobreza extrema, con cerca de 3 millones 800 mil pobres. Y al finalizar el sexenio hubo un total de 300 mil personas más viviendo en situación de pobreza.

Por otro lado, surgió una ola de violencia de género en Chiapas. En el último año de la administración sabinista se registraron 85 feminicidios, la menor de las víctimas, de tan sólo diez años de edad, fue violada por ocho hombres y luego asesinada por dos tratantes. Y las autoridades no hicieron nada para contener ese fenómeno que asesinó a centenares de mujeres.

Ese mandato terminó con un saldo de más de 33 mil muertes infantiles cada año, muchas de ellas prevenibles y curables; escuelas en el abandono, hospitales sin medicamentos ni personal médico, el último lugar en aprovechamiento escolar y el primero en analfabetismo, crisis de producción agrícola, conflictos políticos y homicidios de líderes sociales que nunca se aclararon, como el de Mariano Abarca Roblero, acribillado a balazos.

Los autores materiales del crimen, ligados a la empresa canadiense Blackfire, fueron encarcelados pero a los pocos días las autoridades los pusieron en libertad. Se dijo que Sabines Guerrero tenía intereses monetarios con dicho consorcio.

EN LO POLÍTICO

En el aspecto político, Juan Sabines persiguió, hostigó y encarceló a todos sus adversarios. Como el exgobernador Pablo Salazar Mendiguchía, su mayor benefactor, a quien acusó del delito de peculado, asociación delictuosa, entre otras. Para ser liberado tuvo que pactar su salida con el propio Sabines, prometiéndole que no procedería en su contra al finalizar la administración.

Una vez en el gobierno, Sabines dominó las otras ramas del Estado, en particular los otros dos Poderes. En el legislativo compró a todos los diputados para que no tuviera oposición en las iniciativas de ley y en la aprobación de préstamos de deuda pública. En el Judicial impuso a personajes como Juan Gabriel Coutiño Gómez, quien se dedicó a encubrir los casos de corrupción y abusos contra los funcionarios estatales y municipales. Y a ambas instituciones las utilizó para la represión y el pago de favores políticos.

Controló el PRI imponiendo en la dirigencia estatal a Arely Madrid Tovilla (2007) y después a Roberto Albores Gleason (2011). En el PRD designó a Alejandro Gamboa López y a Luis Raquel Cal y Mayor. En el PAN fue su cómplice Carlos Palomeque Archila, quien dicen que cobraba en Palacio de Gobierno una cuota de 100 mil pesos mensuales para entregar el partido a los intereses del sabinato. En el PT se entendía con Amadeo Espinosa Ramos. Y antes de finalizar el periodo gubernamental creó su propio instituto político: Chiapas Unido, del cual su esposa Isabel Aguilera Aburto fue la primera dirigente.

Con todo ese dominio político logró manejar a su antojo las elecciones de 2007, 2010 y 2012. Impuso a los alcaldes que le dio la gana, como Jaime Valls Esponda, Yassir Vázquez y Samuel Toledo en Tuxtla Gutiérrez, por mencionar a los más reconocibles. En el Congreso local, repartió los escaños entre amigos y compadres y eligió a los que estuvieron al frente de la presidencia de la Mesa Directiva y de la Junta de Coordinación Política. Javín Guzmán Vilchis, Arely Madrid, Juan Aquino, José Ángel Córdova Toledo (q.e.p.d.), fueron algunos de ellos.

Obviamente, Juan Sabines también usó todo su poderío político para manipular órganos autónomos y asociaciones civiles, tales como el Instituto Electoral, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, las distintas cámaras empresariales, los sindicatos, las universidades y se hizo de una buena clientela de medios de comunicación, que ocultaban sus excesos, lo defendían, difundían sus supuestas acciones de gobierno e hicieron un culto a la personalidad del exgobernador, que en cierto momento suspiró por la Presidencia de la República.

Quienes se atrevieron a desafiar su poder terminaron exiliados, desaparecidos o encarcelados, como el activista Horacio Culebro Borrayas que se opuso a la reforma constitucional que pretendía facultar al ex mandatario para designar por él mismo a los presidentes municipales y diputados locales bajo el pretexto de emparejar la elección estatal con la federal.

EL DESFALCO ECONÓMICO

Cuando Juan Sabines asumió el gobierno, Chiapas tenía un adeudo de 881 millones de pesos. Al finalizar, la cifra rebasaba los 40 mil millones, entre deuda pública y con proveedores.

El Congreso del Estado le solapó todos los préstamos que según eran para inversión en infraestructura y para el pago de obligaciones con la iniciativa privada. Pero no hubo obras y tampoco se saldaron las cuentas. Algunas versiones periodísticas señalan que Sabines prestó dinero hasta con los empresarios.

Los seis años de la administración sabinista fueron un festín del erario público, donde políticos pobres terminaron millonarios.

Cuando Juan Sabines vino a Chiapas en 1998 no tenía ni para mantener a su familia. Hoy se cuenta que tiene departamentos y residencias en Cancún, Acapulco, la Ciudad de México, Tlaxcala, Querétaro y en Estados Unidos.

Sus colaboradores más cercanos como Nemesio Ponce, quien de ser un simple camillero en la Ciudad de México pasó a ser dueño de departamentos en una zona exclusiva de Polanco valuado en 12.5 millones de pesos. También tiene propiedades en Cancún.

Su hijo putativo, Yassir Vázquez Hernández, antes de ser parte de ese gobierno vivía en una casa de interés social. Ahora tiene casas en Cuernavaca, en Acapulco y se rumora que es dueño de una cadena de hoteles en Cancún.

Los hermanos de Isabel Aguilera también sufrieron esa transformación. José María, por ejemplo, quien vino de su natal Tlaxcala sin tener ni para comer, al formar parte de esa horda que asaltó el patrimonio de los chiapanecos no quería ni que lo miraran para no dañar su imagen de aristócrata.

De hecho fue el último que abandonó el estado, según por promocionar su negocio de venta de paneles Led y solares. Construyó una residencia en Berriozábal en cuyo estacionamiento tenía una colección de camionetas de lujo y motocicletas exóticas. A pesar de la gran fortuna que logró amasar se resistía a renunciar a la Jefatura del Departamento de Locaciones del Sistema Chiapaneco de Radio, Televisión y Cinematografía, que dejó hasta hace pocos años.

Uno de los más importantes actos de corrupción de Sabines fue la ilegal bursatilización de 4 mil 200 millones de pesos del erario público, invertidos en la Bolsa Mexicana de Valores, por la que Carlos Jair Bolaños Cacho, ex secretario de Hacienda, y la prima del ex mandatario, Mayda Guerrero, se embolsaron una comisión de 88 millones de pesos sólo por ser intermediarios.

Se rumora que a los pocos meses de culminar el mandato sabinista, Sebastián Felipe Rodríguez Robles, quien trabajó en la Secretaría de Hacienda del estado, viajó a Miami, Florida, con la encomienda de comprar 13 departamentos por un valor de mil millones de pesos, que según están a nombre de Juan José Sabines Guerrero.

CONCLUSIÓN

Sí: una paternidad bajo sospecha, una larga cadena de traiciones, un historial delictivo y una deuda que los chiapanecos tendrán que pagar durante las próximas tres generaciones, es la herencia de Juan Sabines.

Así, pues, ¿cómo se atreve a querer volver al poder? Si su solo intento es una mentada de madre. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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