06 marzo 2019
MARIO CABALLERO
TESTIMONIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Pediré toda su atención posible a este texto. Expondré cuatro testimonios de tres trabajadores del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez. No mencionaré los nombres de estas personas ya que insistieron quedar en el anonimato por temor a posibles represalias. Y lo que cuentan rebasa el límite de lo tolerable en cuanto a abusos de poder. Pues describen los hostigamientos y el acoso constante al que son sometidos por funcionarios municipales. Revelan, asimismo, flagrantes actos de corrupción del gobierno de Carlos Morales. Por lo que trataré de enunciarlos de menor a mayor intensidad. Subiendo poco a poco el nivel de despotismo. Para que usted, amble lector, lectora, pueda indignarse a gusto.
PRIMER TESTIMONIO
La primera persona me contactó vía Facebook. Se trata de un trabajador de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal con casi veinte años de servicio.
El día que nos vimos llevaba puesto el uniforme de policía. “Gracias por venir”, me dijo con mucha humildad. Y después del intercambio de saludos comenzó a relatarme la terrible situación que están viviendo los agentes policiacos a partir de la llegada de Carlos Morales.
Morales Vázquez rindió protesta como alcalde de Tuxtla el 1º de octubre de 2018. A los días siguientes –relata mi informante-, los “jefes” les pidieron de favor que los apoyaran poniendo de su bolsa el costo de la gasolina de las patrullas y demás vehículos utilitarios. Que sería sólo por unos días debido a que el Ayuntamiento no tenía fondos, pero que a la brevedad les reembolsarían el gasto. “Y qué más nos quedaba”, dice el policía sentado frente a mí.
Así lo hicieron durante casi tres meses. De su sueldo le ponían combustible a los carros para poder trabajar. Hasta que en la segunda quincena de diciembre apareció en el recibo de nómina el concepto “Gratificación”, que según se trataba del reembolso de la gasolina. Pero no era eso, sino un acto de corrupción de Carlos Morales. ¿Por qué?
En primer lugar, porque utilizó dinero de los trabajadores para sacar adelante un servicio que le correspondía erogar al Ayuntamiento. Segundo, porque al afirmar que se trataba de una gratificación y no de un reembolso le sirvió para lucrar políticamente. Recordemos que a principios de enero, en un acto público, se levantó el cuello para decir que estaba entregando estímulos económicos y alimenticios a elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, con motivo al Día del Policía Municipal, pero no era cierto. Esos supuestos estímulos eran los recursos que le prestaron los propios trabajadores.
SEGUNDO TESTIMONIO
El segundo testimonio es de la misma persona. Me contó que desde el primer día de la actual administración los amenazaron con despedir a todo aquel que no estuviera cumpliendo con sus respectivas funciones. Y para eso no tienen equipo, muchos vehículos están descompuestos, otros sin gasolina y ellos mismos, los policías, han tenido que comprar su uniforme, botas y cascos de sus propios bolsillos.
Así que bajo la intimidación de los funcionarios, él y otros compañeros se pusieron de acuerdo para arreglar un coche patrulla para poder trabajar y no ser destituidos. Se cooperaron entre ellos para comprar las refacciones y pagarle al mecánico, aun sabiendo que las autoridades no les devolverían el dinero que estaban gastando. Hasta ahí, todo bien.
Se entiende que es responsabilidad de todo patrón, en este caso el Ayuntamiento, proveer las herramientas a los trabajadores para la realización de las tareas encomendadas. Y el gobierno de Carlos Morales ha sido irresponsable. ¿Cómo exigirle a un policía que haga los rondines si no tiene patrulla? ¿Puede acaso en esas condiciones dar un trabajo eficiente? No lo creo. Sin embargo, si no trabajan, los despiden sin más justificación que el puro capricho.
Una vez que el vehículo andaba otra vez en circulación, personal a cargo de Alexis Zuart, secretario de Seguridad Pública, pidió los datos de la patrulla según para mandarla al taller. “¿Para qué? Si ya está arreglada. Mejor échenos la mano para reponernos”, les dijo mi fuente. Días posteriores se enteró de que la Secretaría había pagado una factura por cerca de ciento treinta mil pesos por la supuesta reparación.
Aquí hay que ver tres cosas: una, la patrulla no fue enviada al taller; dos, hay un claro fraude al pagar servicios que nunca se realizaron y, tres, ¿qué empresario está coludido en el delito?
TERCER TESTIMONIO
El siguiente testimonio es de un trabajador adscrito a la Dirección de Servicios Médicos.
Cuenta que el 25 de febrero fue entregada la circular número SSM/CAS/003/2019, en la que le comunican al personal administrativo, de enfermería y operativo que a partir de esa fecha trabajarán de ocho de la mañana a ocho de la noche, según para mejorar el servicio a la sociedad. Y que en caso de retardos, faltas u omisiones, deberán llenar un formato para recabar la justificación que deberá ser autorizada por el titular de su área. De lo contrario, serán aplicados los descuentos disciplinarios correspondientes.
El documento, firmado por Rosember Espinosa Wilson, coordinador administrativo, no habla de ninguna remuneración extraordinaria y termina agradeciendo “por el apoyo institucional para el buen funcionamiento de la Secretaría de Salud y del H. Ayuntamiento” (sic). Eso, me disculparán ustedes, es no tener madre. Si de por sí alargar la jornada laboral sin el debido aumento de sueldo era una patada en los testículos, agradecerles el apoyo institucional fue como pedirles que no se quejaran por la segunda patada, en el trasero.
Pero no es todo. Mi informante dice que mientras ellos ganan 2 mil 500 pesos quincenales (ahora por doce horas de trabajo), la Dra. Guadalupe del Carmen Alfaro Zebadúa, secretaria de Salud Municipal, es aviadora porque además cobra un sueldo en el Seguro Popular, y que ella es la responsable de la represión y acosos laborales.
Señala, también, que hay rumores de que Rosember Espinosa es cuñado del alcalde Carlos Morales, quien informó a través de Whatsapp del aumento del horario laboral. Al Dr. Francisco Coutiño Culebro, director de Servicios Médicos, quien ha estado bajo proceso penal y que fue detenido el 21 de octubre de 2015 por el presunto fraude a una empresa privada, consignado en el expediente 247/15, lo acusa de un nuevo fraude.
Por último, se queja de que las autoridades municipales no se han preocupado por el abasto de medicamentos para los derechohabientes. Dice que el personal no tiene equipo, ni herramientas y el lugar de trabajo no es apto para una jornada de doce horas.
TESTIMONIO FINAL
El último testimonio corresponde a una joven trabajadora del DIF Municipal. En breves palabras, me refirió que la rechifla que le dieron a Norma Alcocer de Morales, esposa del alcalde, en el Hotel Holiday Inn, fue la gota que derramó el vaso.
“Ni con Fernando Castellanos estuvimos tan mal”, dice. Creíamos que con el Licenciado Carlos Morales las cosas iban a cambiar, pero mire, usted, nos vigilan como si fuéramos criminales, nos piden que trabajemos tiempo extra y ni siquiera nos dan las herramientas de trabajo. Con decirle que hasta para ir al baño tenemos que pedir permiso. Estoy segura que si le digo que nos miden el tiempo, no me lo va a creer, pero es cierto –comenta.
Lo que pasó el 28 de febrero, en el marco del informe de los 150 días de la gestión de Norma Alcocer al frente del DIF de Tuxtla Gutiérrez, era de esperarse. De entrada cometió el abuso de quitar los teléfonos celulares a todo el personal. Les prohibió tomar fotos y vídeos del acto público. Luego, les presentó un metraje en el que una señora del municipio Simojovel decía que a ella le gustaría tener un trabajo de 8 de la mañana a 4 de la tarde, porque no tenía empleo. A ese le siguió el de una empresaria que aseguraba no tener primas vacacionales ni prestaciones de ley.
¿Qué pretendía la señora Alcocer? ¿Acaso manipular a los trabajadores para que aceptaran un aumento al horario de trabajo con el argumento de que hay más personas que están dispuestas a trabajar en cualquier condición? O, en el peor de los casos, ¿reducirles o privarles sus derechos laborales, tal como la empresaria?
Así las cosas. Los reclamos de los trabajadores del Ayuntamiento de Tuxtla son parte de la decepción de un gobierno incompetente y hostil. Carlos Morales no fue el gobernante que muchos esperaban, sino el torpe que por tanta soberbia no se da cuenta que es peor que sus antecesores. ¡Chao!
@_MarioCaballero