23 marzo 2019
MARIO CABALLERO
LA JUSTICIA TOCÓ A SU PUERTA
El hallazgo fue hecho por agentes de la extinta Procuraduría General de Justicia del Estado, quienes realizaron la diligencia de cateo en una casa de seguridad ubicada en el Fraccionamiento El Paraje, en Tapachula. Se trataba de varios bultos semienterrados en un agujero de un metro de profundidad y medio metro de ancho. En esas bolsas de plástico estaba repartido el cadáver del maestro Sósimo Villalobos Cruz. Había sido descuartizado por sus captores.
Villalobos era una persona tranquila y muy trabajadora. Sus amigos lo describían como un político sin dobleces, un padre amoroso y un esposo de mil batallas. Pertenecía a una familia humilde con varias generaciones de campesinos. Desde joven soñaba con ser profesor y luchó por hacerlo realidad. Antes de encontrar la muerte se desempeñaba como maestro de secundaria en la Escuela Técnica número 69 de Tapachula.
De espíritu inquieto, un día le entró la espinita por la política y se afilió al Partido de la Revolución Democrática. Era de esos hombres que le gustaba hacer el bien al prójimo y creyó que a través del arte de gobernar podría hacer más por sus semejantes. Pero su responsabilidad mayor era educar, inculcar valores, aconsejar y hacer lo posible para que sus alumnos se convirtieran en hombres y mujeres de bien.
Sósimo no tenía nada que temer a pesar de que por su actitud crítica ante el poder y su activismo le habían granjeado las normales rivalidades propias del quehacer político. Más allá de eso no tenía enemigos. Y así como muchos que tenemos la costumbre de voltear a ambos lados antes de cruzar la calle, él había adquirido el hábito casi inconsciente de mirar hacia atrás por encima del hombro, sobre todo cuando en Tapachula aumentaron los crímenes y la violencia de las bandas llamadas Barrio 18 y Marasalvatrucha.
Aparte de su incansable labor docente, fue regidor durante la gestión del ex alcalde Ángel Barrios Zea (2005-2007). En esa etapa de su vida ganó muchas amistades. Su trabajo en el servicio público durante esos tres fugaces años dejó un buen sabor de boca en la clase gobernante, en sus compañeros de partido y en la sociedad, que lo veía con una exitosa carrera política por delante. Empero, su brillante destino se vio truncado de manera abrupta.
El día que fue privado de su libertad, Tapachula había amanecido con más de 36 grados centígrados. Era sábado. Las calles de su colonia estaban desiertas. De acuerdo con los testimonios de los vecinos de la zona, cerca del domicilio de Villalobos varios hombres lo asechaban, algunos sobre las aceras y otros al volante de sus vehículos.
El secuestro sucedió el 14 de noviembre de 2015. El docente estaba en su día de descanso cuando varios sujetos armados entraron a su casa, ubicado en la 13 sur y 28 oriente de Tapachula, y lo sacaron de tal manera que todo mundo alrededor se dio cuenta.
Los atacantes actuaron con tanto acuerdo y rapidez, que quienes estaban con Sósimo no alcanzaron a recordar sino sólo retazos dispersos de los pocos minutos que duró el asalto. Irrumpieron en el hogar, lo amenazaron y se ocuparon de él con un rigor profesional. Afuera otros esperaban para llevarlo sin rumbo conocido.
Hace ya muchos años que la delincuencia se apropió de la vida de esa ciudad, considerada la segunda capital de Chiapas. Es tanta la incidencia delictiva que los habitantes se extrañan cuando no hay un robo, una violación o un secuestro. La inseguridad en ese municipio cada vez alcanza niveles alarmantes y nadie ha logrado poner un alto.
Ocurren plagios y asesinatos a plena luz del día e incluso en el centro de la ciudad. Nadie se escapa. Nadie puede estar completamente seguro. Los delitos más comunes son robo a transeúnte, extorsiones a comercios, robo de vehículos, violaciones, secuestros y homicidios. Un informe reciente indica que del primero de octubre al 31 de diciembre del año pasado, durante los primeros meses de la actual gestión municipal morenista, se registraron 20 homicidios, lo cuales significan un incremento considerable si tomamos en cuenta que en todo el año 2017 hubo 73.
Escasos minutos después de haberse perpetrado el rapto, la esposa de Sósimo Villalobos corrió a pedir ayuda a la Fiscalía Antisecuestro. Las autoridades dieron lugar a la averiguación previa 871/ICO49-CT2/2015, iniciada el 15 de noviembre de ese año. ¿Quiénes se lo llevaron? ¿Con qué fin? ¿Los malhechores actuaban por cuenta propia o cumplían órdenes? ¿Eran enviados de algún enemigo político que el maestro desconocía o gente que hizo del hampa su modus vivendi? Nadie lo sabía.
A Villalobos Cruz lo hicieron salir agachado de su casa, de modo que lo único que veía eran sus propios pies avanzando. Lo pusieron en un vehículo y se lo llevaron a quién sabe dónde. Esa era toda la información que las autoridades de la Procuraduría pudieron recabar.
Al poco tiempo los secuestradores se comunicaron y pidieron un millón 500 mil pesos por el rescate, dinero que la familia no podía pagar. Los medios informaron que luego fueron solicitados sólo doscientos mil pesos para mantenerlo con vida, y después de varias negociaciones redujeron la cantidad hasta 30 mil.
La Fiscalía Antisecuestro intervino y luego de entregar parte del rescate se logró la captura de dos personas: un hombre de origen michoacano y una joven de 17 años de edad.
Ha habido casos de secuestros que acaban en finales felices. Otros que al dar con el paradero de las supuestas víctimas, se descubre que todo se trataba de un engaño o de una desgraciada broma. Como la de hace algunas semanas en la que se reportó la captura de una mujer por la que exigían 200 mil pesos de rescate. Por la oportuna intervención de la Fiscalía General del Estado se supo que esa mujer se había autosecuestrado nada más para llamar la atención de su esposo.
Lamentablemente, el caso de Villalobos Cruz no acabó bien. En el interrogatorio, los detenidos contaron que habían trasladado al profesor a una casa de seguridad en El Paraje, una colonia al sur de Tapachula. Todo marchaba bien hasta que, para infortunio del perredista, éste logró reconocer a uno de sus plagiarios.
El 18 de noviembre de 2015, agentes de la Fiscalía llegaron al lugar descrito y encontraron efectivamente los restos Sósimo, los cuales fueron enviados al Servicio Médico Forense para realizar las periciales de ley.
El maestro murió de una herida punzocortante en el cuello. Luego lo destazaron y metieron sus miembros en bolsas de plástico que fueron enterradas en un terreno baldío.
Por los sanguinarios hechos fueron detenidos Jorge Manuel Saucedo Carrera, Ana Lilia Aguilar Gallardo, José Luis Barrera Fuentes, Rafael Aarón Hernández Espronceda, Luis René Vivaldo Riley y Alejandra Solares Laparra, quienes aseguraron que habían sido contratados para matar a Villalobos, derivado de una deuda de 30 mil pesos.
Se formó la causa penal número 319/2015, y el 19 de septiembre de 2016 se dictó sentencia definitiva en contra de Alejandra Solares, imponiéndole la pena de 40 años de prisión y una multa de mil días de salario.
LA JUSTICIA LLEGÓ
Las investigaciones continuaron y se dio conocer que el verdadero líder de esa banda de secuestradores no era José Manuel Saucedo, sino un sujeto de nombre Jorge Alejandro, un taxista de 39 años de edad y originario de Tapachula que al verse acorralado por el asesinato de Sósimo huyó al estado de Yucatán, donde permaneció oculto por varios años.
En el marco de Objetivos Prioritarios de Alto Impacto y como resultado de investigaciones coordinadas con la Fiscalía de Yucatán, la Fiscalía chiapaneca logró aprehender a Jorge Alejandro “N” en la ciudad de Mérida el pasado 21 de marzo.
En otros tiempos, casos como el de Sósimo Villalobos eran enviados al archivo para nunca más ver la luz. Por eso es importante traer a mención este suceso que aunque enlutó a toda una familia tuvo la justicia merecida años después y con diferentes autoridades.
Por lo cual podemos concluir este relato afirmando que la Fiscalía General de Justicia del Estado, encabezada por Jorge Luis Llaven Abarca, fue pieza fundamental para el logro de estos resultados a pesar del tiempo de espera que este caso tenía en algún escritorio.
Y, además, confiar en que está comprometida a combatir la impunidad y hacer frente a cualquier acto de violencia en Chiapas, garantizando el Estado de Derecho y la seguridad de los chiapanecos a través de nuevos mecanismos, prácticas de ciencia forense y con un personal profesional y capacitado. ¡Chao!