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LETRAS DESNUDAS

10 abril 2019

MARIO CABALLERO

RUTILIO, MESAS DE SEGURIDAD Y NOSOTROS

En la política nada puede ser más valioso que el sentido de la realidad. Ver, oler y palpar la circunstancia. Los estadistas, esos expertos en asuntos de Estado que han contribuido para el desarrollo y estabilidad de los países, no son personas llenas de teorías o grandes conocedores de las ciencias que, por fidelidad a esos conocimientos, imponen sus lecciones al mundo. No. Tampoco son técnicos que gobiernan con un recetario bajo el brazo, sino hombres y mujeres hábiles para percibir lo que ocurre a su alrededor, para comprender el presente.

Para transformar la realidad siempre es más importante el tacto que la idea. Un político debe ser capaz de identificar el carácter único de la situación, entender las dificultades del momento, palpar el ambiente, leer el comportamiento de sus iguales, anticipar aquello que apenas es un rumor y advertir los futuros escenarios. El descernimiento político, decía Isaiah Berlin, es una sabiduría práctica, una forma de la sensibilidad antes que una expresión de la inteligencia.

Durante los primeros meses de su gobierno, Rutilio Escandón Cadenas ha dejado en claro la agudeza de su olfato y, al mismo tiempo, la amplitud de su mirada. El sentido de la realidad del gobernador se muestra, por decirlo de alguna manera, vinculado a los tiempos y condiciones que nos ha tocado vivir.

Por un lado, se advierte la capacidad para entender el humor social de los chiapanecos, las necesidades del estado y, a partir de ahí, construyó la agenda pública. El mandatario habla el lenguaje del momento y planea meticulosamente cada paso de su nueva política. Al mismo tiempo, se conecta con la realidad y no huye de las complejidades. Las instituciones del Estado viven su peor etapa en décadas, dijo en un acto de gobierno. No se refugia en la demagogia para no tener que enfrentar el fastidio de los hechos incómodos. Para cualquier otro en su lugar sería más fácil asegurar que todo está miel sobre hojuelas, y así no tener que cumplir con sus compromisos.

En días recientes, el Dr. Escandón Cadenas resultó ser el gobernador mejor posicionado del país de acuerdo a la encuesta mensual de México Elige. Con 73.3 por ciento de la votación a su favor, los chiapanecos consideran que el mandatario estatal es un buen gobernante, apto y merecedor de toda confianza. Esa puntuación lo coloca incluso por encima de la morenista Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México y una de las personas más cercanas al presidente López Obrador.

Lo más revelador de esa encuesta no es el gran nivel de aceptación que posee el gobernador Rutilio Escandón a escasos cuatro meses de asumir el poder, sino su estilo de gobernar, que con amplio sentido de la realidad supo ubicar las prioridades y encauzar las políticas públicas más apremiantes.

Una de las acciones que detonó ese resultado fue sin duda la estrategia de seguridad, de combate a la violencia, a las invasiones ilegales de tierras y a la impunidad de los grupos antagónicos que tanto daño le hicieron al estado en años anteriores.

VIOLENCIA, DESTRUCCIÓN E INDIFERENCIA

Tristemente, Chiapas se convirtió en un territorio violento a consecuencia de que el gobierno no cumplió y además torció su deber constitucional de brindar seguridad y protección a los ciudadanos. En la indefensión y a merced de los propios agentes responsables de la seguridad y el cuidado, la sociedad chiapaneca cayó dentro de un profundo vórtice de ingobernabilidad.

La administración de Absalón Castellanos Domínguez (1982-1988) fue responsable de al menos 153 asesinatos políticos, 692 encarcelamientos injustificados, 327 desaparecidos y 503 secuestros. Algunas investigaciones hablan además de casos de tortura a líderes campesinos.

Ese es sin duda el mayor ejemplo de la crisis que provoca la improvisación, misma que fue el común denominador hasta el sexenio que acaba de concluir. Y a ello se suma la complicidad, los excesos, los abusos de poder y los experimentos en materia de seguridad. En ese periodo de más de 30 años no sólo no hubo estrategias idóneas para enfrentar la inseguridad, también surgieron personajes todopoderosos que en lugar de proteger al ciudadano cometieron una serie de atropellos al amparo del gobierno. Lograron, digámoslo así, institucionalizar la impunidad.

Uno de ellos fue Ignacio Flores Montiel, de quien se cuenta fue un policía corrupto y sanguinario que estuvo involucrado en el asesinato de al menos 15 homosexuales durante el gobierno de Patrocino González. El viernes 20 de abril de 2007 fue detenido en la Ciudad de México acusado del homicidio del periodista Roberto Mancilla, ocurrido el 2 de febrero de 1993.

En una época más reciente, lo fue también Mariano Herrán Salvatti, quien durante la administración de Pablo Salazar operó la represión política más desalmada de la historia contemporánea.

Por muchos lustros Chiapas fue la geografía del horror. Un estado donde los gobernantes ignoraron la legalidad y los procuradores de justicia ocultaron los crímenes en las gavetas de la historia. Vivimos, por qué no decirlo, una época de quebranto en el que nadie pudo cerrar los ojos ante los agravios, las muertes y las masacres ejecutadas por el mismo gobierno.

Al finalizar la pasada administración estábamos en el primer lugar nacional por desplazamiento forzado por violencia y se habían documentado al menos 50 casos de tortura sólo en los últimos tres años. Aumentaron los feminicidios, los atentados contra defensores de derechos humanos y la organización Por la Superación de la Mujer informó que Chiapas también ocupaba el primer lugar en violencia contra la mujer, donde en los municipios de la costa incrementaron los abusos sexuales en menores de edad, cometidos por centroamericanos. Y desde 2017, el número de desplazados en la región de Los Altos supera las 5 mil personas.

MESAS DE SEGURIDAD

Por todo ello, hay que notar que la seguridad alcanza un alto rango de prioridad en toda sociedad. Si ésta no se atiende, se desmorona el tejido social. La economía se detiene, hay fuga de capitales y se genera un clima de suma incertidumbre en los empresarios, en los trabajadores, en los estudiantes y hasta en las amas de casa que llevan a sus niños a la escuela y van por el mandado con el “¡Jesús!” en la boca.

El gobernador Escandón Cadenas se ha percatado de que es la inseguridad la fibra más sensible de nuestro tiempo. Por eso ha puesto en marcha las Mesas de Seguridad, una táctica novedosa que a la par de combatir la delincuencia con destreza policial, también sirve de termómetro para evaluar los avances, las estrategias y las acciones implementadas para garantizar la tranquilidad de los ciudadanos.

Las Mesas de Seguridad es un plan de trabajo que involucra a los tres órdenes de gobierno. Contempla la renovación del esquema policial en el estado, cuyo objetivo es disminuir la incidencia delictiva por medio de intervenciones de contención y prevención integral de seguridad, asimismo elevar el bienestar común, promover la cultura de la paz, impulsar la participación de los habitantes y fortalecer la cohesión social. Otro de los objetivos es recuperar la credibilidad de las instituciones de justicia.

El primer día de este mes, el titular del Centro Nacional de Certificación y Acreditación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Mauricio Ibarra Romo, reconoció las acciones del gobernador Escandón por garantizar el orden y la paz social en el estado. Entre los resultados de esta iniciativa es haber logrado disminuir los delitos de alto impacto y situar a Chiapas entre los estados más seguros de la nación.

No hacen falta, por supuesto, quienes digan que nada ha cambiado porque finalmente a esos eternos disconformes lo único que los mueve es agitar el río mediante la descalificación a ultranza de las buenas acciones gubernamentales y así hacerse de una buena pesca.

No obstante, las Mesas de Seguridad están en marcha y buscan elevar las condiciones de vida de los chiapanecos a través de un esquema de seguridad, con más salud, mejor educación, desarrollo económico y menor violencia.

Para cambiar el rumbo de la historia se requiere voluntad política, sensibilidad y de entender el vínculo entre decisión y consecuencia. Empapado de esa realidad, Escandón Cadenas, se sumerge una y otra vez en ella para hacer posible lo que siempre se nos negó o maquilló: paz social, justicia y legalidad. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

 

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