24 Febrero 2015.
MARIO CABALLERO
LA SECRETARÍA DE GOBIERNO
Nadie puede ser llamado a engaño. En el pasado reciente, la Secretaría de Gobierno fue un instrumento de represión que no admitió réplicas y simbolizó la inclemencia del poder que aplastó a los opositores del régimen. Sin embargo, en la actualidad, como nunca antes y en contra de la costumbre, goza de la fe y confianza de los chiapanecos porque camina con respeto al Estado de Derecho armonizando al gobierno con la sociedad en su conjunto dentro de un ambiente de paz y gobernabilidad.
Los números de esta gestión gubernamental enmarcan lo que viene siendo un trabajo político de altura, incluyente, cercano a la gente, que privilegia el diálogo y que con clara visión busca construir un mejor status social. Y resulta un tanto paradigmático debido a la cercanía de lo que es imposible suprimir de la memoria, los sexenios donde todo parecía decir que íbamos directo al fascismo, ya que desde esa secretaría se ordenaron asesinatos, torturas, la desaparición de líderes sociales y políticos, la disolución de conflictos magisteriales, estudiantiles y agrarios con el uso de la fuerza, la militarizaron de las funciones y la ejecución salvaje de indígenas ligados al zapatismo.
EPISODIOS DELEZNABLES
1. El fiscal de hierro.
En el gobierno de Absalón Castellanos Domínguez, la secretaría de gobierno estuvo bajo el mando de Javier Coello Trejo, El Fiscal de Hierro, quien durante ese periodo demostró ser una persona vil a la que no le importó ni el sufrimiento humano ni desmentir su reputación de asesino, torturador y corrupto, al contrario, la representó con fervor hasta el último minuto de su encargo. Así lo afirmaba: “Me conozco. Si toco a alguien es para partirle la cara. Aunque, claro, lo hago cuando me faltan el respeto y nada más”.
Los métodos que utilizó para resolver los problemas inspiraron terror entre la sociedad y en el círculo político más crítico del gobierno del general Castellanos. Como dato anecdótico: Se cuenta que encerrado en su despacho en el Palacio de Gobierno con tres líderes magisteriales y cinco guaruras, inesperadamente sacó de una gaveta un brillante revólver calibre 38 en el momento en que la discusión se puso más acalorada. Y lo colocó justo encima del escritorio, frente a sus interlocutores, dejando entrever en su mirada iracunda el ánimo de usarlo. Los maestros se callaron al instante, aceptaron su derrota y los términos, y se retiraron del lugar como mansos corderitos cargando unos sobres de papel manila color amarillo, que fueron abriendo en los pasillos para esconder el dinero que venía dentro y así evitar ser tachados de traidores por el conglomerado magisterial.
Su amor por la represión no paró ahí: Torturó y confinó en la cárcel a dirigentes estudiantiles de la Escuela Normal Rural Mactumatzá, borró literalmente a representantes de la sección 7 y 40 del SNTE, encerró en la antigua prisión de Cerro Hueco a un grupo de jóvenes a quienes les sembró droga y fincó cargos penales por puro placer, y a más de una veintena de personajes de la política local les hizo lo mismo por rencor y venganza.
En consecuencia, la secretaría fue un desastre, se alejó de su comisión para verse metida en absurdas luchas de poder. Frente a él, Javier Coello Trejo, la figura del gobernador Absalón Castellanos desaparecía.
2. El bufón de la corte.
Juan Lara Domínguez, en la administración de Patrocinio González Garrido, fue otro caso pero divertido. Todo lo contrario de Coello Trejo, Lara representó al bufón de la corte a pesar de ser un gran jurisconsulto, un experto en leyes, un jurista connotado que para mantenerse en el cargo lisonjeaba al gobernador en cada uno de los eventos en que éste se presentaba.
Afortunadamente, con Lara Domínguez la secretaría de gobierno no fue una herramienta de linchamiento moral de los disidentes, pero por desventura no dejó de ser una entidad falsa, sin funciones y desprovisto de carácter. No hizo nada, se mantuvo sumida en el letargo, dirigida por un títere pusilánime que era abofeteado como por deporte por el torvo gobernador Patrocinio González.
De cara a un gobierno centrado en el poder, el secretario Juan Lara no era más que un lamebotas, un relleno para cubrir el puesto y las apariencias.
3. El cuentero y el asesino.
En diciembre de 1994, Eraclio Zepeda Ramos es llamado por Eduardo Robledo Rincón para tomar el cargo de secretario de gobierno, y lo deja 28 meses después, en abril de 1997, entre un mundo de comentarios frívolos que no dieron nada digno de criticar, ni para bien ni para mal.
No obstante, Uriel Jarquín Gálvez, sucesor del cuentero, siempre estuvo en el epicentro de escándalos de corrupción y está irremisiblemente ligado a los asesinatos cometidos en el tormentoso periodo de Julio César Ruiz Ferro. A Jarquín el poder lo obnubiló, lo ensoberbeció, hizo que sacara su lado oscuro, se volvió clasista, arrogante, racista y perro.
Jarquín Gálvez no logró ocultar dos cosas como funcionario: su aversión por los indígenas zapatistas y su culpabilidad en los diversos episodios de exterminio nunca antes registrada en la historia de Chiapas, y de eso se recuerda el siguiente pronunciamiento con el que trató de redimirse: “Chiapas vive el fenómeno transitorio de la barbarie política”. Es decir: “Matamos indígenas nomás porque matar en Chiapas ahorita está de moda entre clase política”.
De acuerdo con informes oficiales, Uriel Jarquín comandó durante el tiempo de su encomienda 56 acciones policiacas derivadas de diferencias políticas, agrarias y de desalojo de predios y carreteras en el estado, y en su mayoría se realizaron en zonas con presencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Los resultados de las operaciones fueron 111 muertos y 160 personas heridas. De político mediocre pasó a poderoso genocida.
4. El gánster y el borracho.
Rubén Velázquez López con Pablo Salazar Mendiguchía, y Noé Castañón León con Juan Sabines Guerrero, fueron la misma gata nomás que revolcada. Las cacerías políticas continuaron, al igual que las desapariciones forzadas, los homicidios y la coerción. No hubo nada nuevo. Y el dogma que rigió en los dos sexenios fue “Ante el gobierno no hay opciones, mucho menos razones”.
El único mérito de Rubén Velázquez fue jugar basquetbol en su juventud con Pablo Salazar, y eso bastó para tener la autoridad de ir a balacear la casa de Pedro Raúl Hernández, abogado que ostentó la presidencia de la CEDH y que fue considerado como enemigo de la administración salazarista. Y lo que significó como secretario Noé Castañón, el señor ministro, fue la borrachera de cuatro días de la semana y la cura de la resaca los tres restantes. En esos ciclos la secretaría logró establecer la impunidad, la agresión y las conspiraciones como guías de comportamiento institucional.
NUEVA ETAPA
Debido a eso y al trabajo de Eduardo Ramírez Aguilar ajustado a las necesidades de Chiapas, yendo de acuerdo con el papel que debe representar como encargado de la política interna del estado y no como bandolero, es por lo que se considera un cambio trascendental, una nueva etapa en la secretaria general de gobierno, de buenos resultados para la política actual y para la sociedad chiapaneca.
Eduardo Ramírez es abogado, doctor en ciencias políticas y tiene, además, una maestría en derecho y amparo. Es un funcionario de gran trayectoria en el servicio público, que entiende bien su encomienda y que sabe conducirse con ética, así como lo hacen los eruditos en el arte de gobernar. Y todas sus acciones están concertadas con el proyecto de reconciliación y desarrollo que inspira desde el primer minuto de su mandato el gobernador Manuel Velasco Coello.
Ramírez Aguilar sabe que su posición no es amedrentar ni apelar al chantaje para dirimir los conflictos, mucho menos tratar a la gente a gritos y con pistola en mano, sino dialogar y dialogar para conseguir la concordia y los acuerdos que le hacen falta a Chiapas. Y su dirección, siempre vista dentro del marco de la ley, ha permitido la solución de problemas inextricables heredados por el pasado, procurando con ella la gobernabilidad en el estado.
Vigilar el cumplimiento de los preceptos constitucionales, atender los asuntos de política interior, conducir las relaciones del Poder Ejecutivo con los otros poderes de la Unión, los gobiernos estatales y demás autoridades municipales, es la tarea de la secretaría de gobernación. Y Ramírez Aguilar lo ha hecho con talento, inteligencia y trabajo responsable.
@_mariocaballero
MARIO CABALLERO
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