07 mayo 2019
MARIO CABALLERO
UNA MARCHA PARA TODOS
Marchar cada 1° de mayo se ha convertido en una costumbre intrascendente. Habitual, por decir lo menos. En un hecho que sirve nada más para tomarse la foto. Muchos líderes sindicales y de otros organismos salen a las calles para quedar bien con alguien en el poder. Otros para enfrentarse al gobierno. No faltará quien lo haga porque lo ordenó su jefe. Incluso, podemos suponer que en su mayoría lo hacen ignorando que se conmemora a los trabajadores que murieron en las protestas de Chicago en mayo de 1886, a manos del gobierno estadunidense, y que fue el evento que dio lugar al Día Internacional de los Trabajadores, declarado en el Congreso Obrero Socialista Internacional celebrado en parís, el 1 de mayo de 1889.
Sin embargo, la reciente jornada de protestas en todo México en el marco del Día del Trabajo, no puede tomarse a la ligera. Las demandas que externaron iban desde la construcción de más clínicas, la contratación de personal, mejores prestaciones laborales, abastecimiento de medicamentos y equipo en los hospitales, hasta la abrogación de la reforma educativa aprobada por el gobierno anterior. Y eso habla de una crisis en las instituciones, en la que los trabajadores están exigiendo compromiso y respuesta a la nueva clase gobernante.
En Chiapas, más de dos mil personas de diversos sindicatos salieron a marchar. La diputada local Haydeé Ocampo Olvera fue quien las encabezó e hizo un llamado a los poderes Ejecutivo y Legislativo a estar atentos a las demandas de los trabajadores: “es momento de sumarnos y trabajar en conjunto con ellos y para ellos”.
¿Qué connotación política tiene lo dicho por la legisladora priista? En verdad, mucha.
UN PANORAMA NADA HALAGÜEÑO
México atraviesa actualmente por uno de sus peores momentos. Hay una gran decepción por la política y crisis en todos los partidos. Literalmente, la oposición y los contrapesos al poder no existen. Las dependencias carecen de credibilidad, soporte financiero y un plan de trabajo definido. En el colmo, la economía mexicana vivió su peor arranque de año desde 1994, en el que la actividad industrial ya entró en recesión en los primeros tres meses de 2019, de acuerdo con datos del INEGI. Y no estamos en tiempos de recesión financiera y tampoco hay algo equiparable al “error de diciembre”.
Ante ese panorama agreguemos que el 43.6 por ciento de la población mexicana es pobre, de los cuales 9.4 millones de personas viven en pobreza extrema. Comunicados recientes del CONEVAL informan sobre la falta de atención a la población infantil en situación de pobreza, que 2.1 millones de personas no ejercen su derecho a la salud, que se requiere ampliar la infraestructura de agua potable y alcantarillado en las localidades rurales y comunidades indígenas, que persisten las desigualdades de género, que las trabajadoras domésticas no cuentan con seguro social y que las mujeres siguen subrepresentadas en el sector público y privado.
Y en todo ese panorama se pueden ver dos factores que pueden cambiar la situación: la educación y el trabajo, cuyo nivel de importancia es similar al grado en que han sido descuidados por los gobiernos.
¿Qué ha sido de los movimientos laborales?
En 1910, se crearon las primeras organizaciones sindicales que crecieron a la par de la Revolución, sentando sus bases jurídicas y sociales. La Casa del Obrero Mundial, con sede en la Ciudad de México, estableció alianzas con el gobierno de Venustiano Carranza y durante ese periodo se alcanzaron importantes reivindicaciones para los trabajadores que están consagradas en la Constitución de 1917.
Un año después del nacimiento de la Carta Magna, el movimiento obrero adquirió otra dimensión. Se vincularon con la acción política además de la económica. El fortalecimiento de los sindicatos y su peso político los llevó a ingresar en los partidos o, incluso, a formar organizaciones propias. Durante esa etapa que duró alrededor de una década (1918-1928), cada sindicato tomó partido por su ideología afín.
Los siguientes diez años, periodo de reconstrucción del país y de relativa calma en la lucha obrera, hubo una reorganización sindical en la que surgieron nuevos gremios, se desplazaron otros y se crearon los sindicatos nacionales de la industria. De la mano del presidente Lázaro Cárdenas, los trabajadores participaron de manera activa en las reformas laborales introducidas en ese gobierno. Ahí nació la primera Confederación de Trabajadores de México (CTM), en 1936.
Luego de ese lapso de calma y crecimiento, las agrupaciones obreras se vieron gravemente afectadas por conflictos internos por el poder, situación que terminó en una rotunda subordinación sindical. Pues ante la necesidad de atraer la inversión extranjera, el Estado se vio obligado a adoptar una política que beneficiaba dicha inversión, pero no los salarios. Así que, para evitar huelgas, paros y cualquier otro movimiento obrero, el gobierno repartió prebendas políticas a los cabecillas, quienes se encargaban de coaccionar y reprimir los intentos de insurrección.
El llamado “charrismo” se apropió de las dirigencias y todos los movimientos emprendidos por los ferrocarrileros, telefonistas, maestros, electricistas, hasta inicios de los setenta, fracasaron. El poder era el poder.
En la década de los ochenta, el sindicalismo entró en una nueva fase. El desgaste producido por su participación en la política, junto con la corrupción, disminuyó su poder. Por ejemplo, en 1992, en el sector industrial, los trabajadores sindicalizados constituían el 22 por ciento de la población laboral, pero en 2002 esa cifra había disminuido a sólo 11.6%.
Los falsos liderazgos gremiales y la connivencia gubernamental han provocado un desastre laboral de grandes dimensiones, en el cual los trabajadores han sido humillados, utilizados y sus derechos laborales carecen de garantías. Si marchan por mejores salarios y prestaciones, los únicos beneficiados son los dirigentes. Por eso detrás de cada trabajador mal pagado, hay un líder sindical millonario.
Lo que cada gobierno no ha entendido es que esta situación ha sido parte fundamental del declive económico del país. No exagero. Pues los trabajadores son el motor de la economía. Los capitales no se mueven solos, necesitan las manos de los obreros.
En China, Japón, Rusia, Alemania, por ejemplo, lograron detonar sus respectivas economías al incrementar las prestaciones y dar mayores garantías de estabilidad emocional, social y económica a los trabajadores. Al haber más inventivos, mayor productividad. A mayor productividad, mayores ganancias. A mayores ganancias, mayor circulante y un impulso importante a las finanzas de la nación. Hoy, esos países son las economías más grandes del mundo, detrás de Estados Unidos.
LA CONNOTACIÓN
Por tanto, lo dicho por la diputada Haydeé Ocampo Olvera tiene una gran connotación política.
En primer lugar, porque siendo presidenta de la Comisión del Trabajo y Previsión Social, logró unir a los sindicatos más importantes de Chiapas con el fin de luchar por mejores condiciones laborales y prestaciones. Cambiar la situación del país, se inicia defendiendo al trabajador y dándole la importancia que merece en toda sociedad.
Segundo, porque en un hecho inédito logró involucrar al poder Ejecutivo. Entregó las solicitudes de dichas agrupaciones en manos del secretario general de gobierno, Ismael Brito Mazariegos, quien expresó el interés del gobierno del estado por mantener una dinámica de trabajo y sumar esfuerzos que favorezcan la economía local y produzcan una mejor calidad de vida para los trabajadores.
Tercero, porque, tanto el impulso por unir a la clase laboral de Chiapas como la entrega del pliego petitorio, lo hizo en el marco de la nueva reforma laboral aprobada por el Senado, que fue iniciativa de la negociación del nuevo tratado comercial con América del Norte. Es decir, fue un paso importante en la reivindicación de los sindicatos y protección de los derechos de los trabajadores.
Cuarto, porque Ocampo Olvera está enviando el mensaje de la necesidad de reparar los lazos entre sociedad y gobierno, sindicatos y gobierno, ya que esa nueva ley puede dar paso al mayor cambio político e institucional de los años que vienen.
Sin duda, la marcha del Día del Trabajo fue para todos, porque todos somos trabajadores. Y si queremos un mejor porvenir, debemos empezar por la defensa del trabajo, que por no defenderlo antes hoy tiene un pesado costo económico para el país. ¡Chao!
@_MarioCaballero