15 Mayo 2019
MARIO CABALLERO
LA REFORMA, EL MAESTRO Y LA SOCIEDAD
¿De dónde viene la vocación del maestro? ¿Cuándo surge el llamado al apostolado?
A lo largo de nuestras vidas hemos conocido maestros que a la par de brindarnos su cariño nos trasmitieron sus conocimientos y nos formaron en lo que ahora somos: tal vez médicos, contadores, abogados, arquitectos, ingenieros, periodistas, músicos, odontólogos, etcétera. Y es gracias a ellos que hoy podemos enfrentarnos al difícil medio laboral. Les debemos las herramientas con las que ahora nos abrimos paso por la vida.
La paternidad de la educación se le atribuye a Quintiliano, porque además de ser un famoso profesor de retórica se convirtió en el primer educador que abrió una escuela pública pagada por el gobierno, alrededor del año 68. Asimismo, al maestro se le compara con un apóstol porque su labor se parece a la tarea que Jesucristo les encomendó a sus doce discípulos de ir y divulgar el evangelio por todo el mundo.
Ser maestro se dice fácil, pero se requiere tener una auténtica vocación para formar hombres y mujeres de bien. Transmitir conocimientos, desarrollar habilidades, compartir experiencias; enseñar a niños, jóvenes y adultos a leer, escribir, sumar, restar, física química, literatura, historia, civismo, entre otras materias, es parte de la vida diaria de todo profesor. Es eso, sin duda, una faena no apta para cualquiera.
Los muchos años de formación, de arduo trabajo que al final se transforma en experiencia, tienen su base en el aula, con ese estilo particular, especial e irrepetible de cada docente. Mi maestro de quinto y sexto año de primaria, Jesús Miranda Ochoa, fue quien me abrió la puerta que daba al mundo de los libros. Me enseñó a no tomar todo por un hecho. “El hombre que sabe tiene muchas más oportunidades de ser alguien importante en la vida”, me dijo. Y hasta hoy le agradezco sus consejos.
Por tanto, un maestro no es aquel que enseña, sino el guía, la persona que escucha, que entiende, que sabe detectar alguna problemática y que otorga un consejo a tiempo, que fomenta y practica valores que promuevan una sociedad más justa, más desarrollada, más unida y pacífica.
Ahí es cuando el maestro se convierte en un ser entrañable e inolvidable, que merece toda nuestra admiración por jugar un papel fundamental en nuestras vidas y en las vidas de nuestros hijos.
Lamentablemente, la imagen del maestro se ha dañado. En el siglo pasado, era considerado junto al sacerdote como una autoridad moral ante el pueblo. Hoy, a causa de la cerrazón, de liderazgos hambrientos de poder y dinero y por las irracionales luchas magisteriales, el desprestigio y el deshonor caen como una sombra sobre las cabezas de muchos de ellos.
LA REFORMA EDUCATIVA
Hoy que es el Día del Maestro hay que hablar de ellos pero no de manera nostálgica, sino para hacer consciencia del importante papel que juegan en la actualidad. Sobre todo, en este momento que ya se ha aprobado la reforma que modifica la reforma educativa que se dio en 2013.
Se debe notar que, con la nueva reforma avalada por los diputados y senadores en periodo extraordinario, quedan atrás muchos meses de intensas discusiones partidistas, enfrentamientos y protestas de la disidencia magisterial. Y no es cualquier cosa.
Sin embargo, durante todo ese lapso de tiempo en que se debatió sobre el control de las plazas del magisterio, la reprobación escolar, la eliminación del INEE y la cancelación de la evaluación docente, casi no se tocó el tema de la calidad educativa. Seamos sinceros, si la anterior legislación tenía rasgos punitivos, la reciente aun con todas sus mejoras sigue siendo perfectible.
Abundo. A nivel internacional México presenta un marcado rezago en el aprendizaje de español y matemáticas en escuelas de educación primaria, de acuerdo con estudios realizados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Aunque, para empeorar la situación, también hay informes que señalan deficiencias en otros niveles.
Por ejemplo, el 52% de los mexicanos entre 25 y 34 años de edad carecen de educación media superior, es decir, estamos 30 puntos por arriba del promedio de los países que integran la organización.
Por otro lado, apenas el 17 por ciento de adultos de 25 a 64 años tiene título universitario. Lo que nos deja con la proporción más baja de la OCDE, que maneja un promedio general de 37%. Cabe mencionar que en lo que se refiere a educación universitaria, México está por detrás de Chile (23%), Colombia (23%), Costa Rica (23%) y Argentina (21%), naciones que están en crisis financiera o no tienen la capacidad económica y estructural que la nuestra.
En educación preescolar podríamos decir que no estamos tan mal, pues México destaca por tener un porcentaje de matriculación del 83%. Empero, el promedio de tiempo que los niños de entre 3 y 5 años pasan en el aula es el más bajo: 15 horas a la semana contra las 30 que es el promedio de la OCDE.
Al respecto, muchos dirán que el gobierno tiene mucha culpa de que seamos un país de reprobados. De acuerdo.
Pero, ¿dónde están los maestros, supuestos paladines de la educación, que toman calles, bloquean carreteras y hacen plantones tan largos como la cuaresma? ¿Por qué no definen un plan de acción para en verdad buscar el mejoramiento de la calidad educativa? ¿Por qué en lugar de protestar por intereses personales que están fuera de la ley, mejor elaboran planteamientos para elevar el desempeño docente y por ende el rendimiento escolar de los niños y jóvenes de México?
Nadie me dejará mentir. La CNTE, creada sediciosa o facciosamente, ha contribuido con sus movimientos radicales al descrédito del maestro y al bajo provecho educativo de los alumnos. Chiapas, verbigracia, donde ha mantenido activa la lucha contra la reforma educativa, es la entidad con menor aprovechamiento en todo el país. ¿Ha servido de algo su rebelión contra el gobierno? Para nada.
Últimamente, ¿habrá algún docente que asegure haber mejorado sus derechos laborales o que haya ganado respeto ante la sociedad al vandalizar edificios públicos, quemar camiones, asaltar vehículos comerciales y agredir a los profesores que se niegan a intervenir en dichos actos criminales? Tampoco.
Los seis años que ha estado en protestas y paros magisteriales, lo único que ha logrado es condenar a millones de niños a la miseria y la ignorancia. Por ello no existen motivos para apoyar su causa. Menos aun cuando con la aprobación de la nueva reforma ya amenazó con realizar más plantones, marchas y paros, en detrimento de la educación.
DIGNO DE RECOCIMIENTO
“Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”, escribió Séneca. Por eso es importante hablar del papel que jugará el maestro en estos nuevos tiempos, en este nuevo régimen. Y es digno de reconocimiento lo que ha propuesto el SNTE los últimos meses.
En primerísimo lugar, apoya la reforma educativa del presidente López Obrador ya que en ella están contenidas el 80% de sus propuestas presentadas durante los foros que realizaron el gobierno federal y el Poder Legislativo. En vez de exigir prebendas políticas, aportaron ideas, planteamientos y proyectos en favor de la educación.
Fue el SNTE que propuso que se estableciera en la nueva reforma la obligatoriedad de la educación inicial y la gratuidad de la enseñanza superior. También, planteó la defensa del normalismo y el fortalecimiento de las escuelas normales, semilleros de futuros docentes. Otro proyecto del sindicato magisterial fue eliminar el vínculo entre evaluación y permanencia, y que las evaluaciones sean diagnósticas, formativas e integrales. Todo eso ya forma parte de la reforma actual.
La Sección 40, que aglutina al magisterio chiapaneco, ha implementado programas, cursos, convocatorias y otras acciones que han fomentado la capacitación docente, el profesionalismo, la democracia institucional, la unidad gremial, la solución de conflictos, la gestión de trámites gubernamentales, la participación deportiva, entre otros. En un marco de legalidad y respeto a los derechos humanos.
La sociedad y gobierno debemos estar del lado de ellos, que están mostrando con hechos tener una verdadera vocación por el servicio docente.
Hoy más que nunca, México necesita de estos maestros, pilares de la educación que, con entrega, comprensión, exigencia, compromiso y hasta con regaños, pueden transformar la terrible realidad de este país. A ellos sí los felicito hoy. ¡Chao!