22 Junio 2019
MARIO CABALLERO
LA RENUNCIA DE NARRO
Mucho se ha hablado de la renuncia de José Narro Robles, quien al mediodía del miércoles anunció que se retiraba de la contienda por la dirigencia nacional del PRI y que, además, dejaba su militancia de más de 46 años.
Entre todas las habladurías destaca una teoría complotista, que incluso fue el propio Narro el que la motivó. Dijo que tomaba esa decisión porque consideró que no hay democracia interna y que desde la cúpula del partido impulsan a Alejandro Moreno, gobernador de Campeche con licencia, como el próximo líder priista.
La noticia, obviamente, causó mucho revuelo. Y no fueron pocos los que se prestaron a hacer el escándalo más grande de lo debido. Convirtieron una pequeña chispa en un incendio monumental. Una situación hasta cierto punto entendible porque detrás de las acusaciones sin fundamentos hay velados intereses de los acusadores.
Pero vayamos por partes. Para entender la renuncia de José Narro y el absurdo después de ésta sólo hay que hacer dos simples preguntas. Nada más que eso. Una, ¿qué representaba Narro para el PRI? Dos, ¿tenía los suficientes elementos, capacidad y fuerzas para competir?
Tomemos en cuenta que en México sólo se renuncia para salvar el pellejo. De ahí en adelante nadie tiene la suficiente calidad moral para hacerlo. Por ejemplo, Gerardo Ruiz Esparza, ex secretario de Comunicaciones y Transportes en el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien no sólo estuvo señalado de corrupción, pues también fue encontrado culpable del fallecimiento de dos personas, padre e hijo, que murieron sepultados en el socavón del Paso Exprés de la autopista México-Cuernavaca.
No renunció a pesar de la enorme presión de la opinión pública. No renunció a pesar de que los mexicanos se lo demandaban. No renunció a pesar de que él era el responsable de la obra, de ser el encargado de supervisar los contratos, de revisar las empresas constructoras, de calificar la calidad de la construcción y de haber sido quien inauguró el tramo carretero junto con el ex presidente Peña Nieto, mismo que anunció como una de las mayores obras y más beneficiosas del gobierno priista.
Ejemplos como el de Ruiz Esparza hay cientos, y abarcan desde políticos, artistas, deportistas, médicos, abogados, contadores, ingenieros, empresarios, etcétera, etcétera. Y Narro Robles no renunció por cargos de conciencia, sino para salvar su propio pellejo.
PRIMERA PREGUNTA
José Ramón Narro Robles es originario de Saltillo, Coahuila. Tiene 70 años de edad y desde sus 25 perteneció a las filas del PRI. ¿Qué hizo por el partido durante todos esos años? O, mejor dicho, ¿se le reconoce alguna trayectoria dentro de éste?
Ciertamente, Narro Robles es una figura pública reconocible. Aunque la mayoría de los mexicanos lo conocen por académico y no por político. Inclusive, muchos se enteraron de que era priista cuando anunció su postulación a la dirigencia nacional del PRI.
Veámoslo. En su extenso currículum aparecen cargos académicos, médicos, universitarios, en la administración pública, haciendo labores humanitarias en apoyo a los migrantes o en tareas de gobernación. Pero no hay nada que diga que alguna vez en sus más de 46 años de militancia priista haya desempeñado algún puesto dentro de la estructura del PRI. No fue líder de los frentes juveniles, ni de Movimiento Territorial, ni de las diversas organizaciones filiales al partido y ni siquiera fue dirigente del Comité Directivo Municipal de su tierra natal. Nada.
Ahora bien, Narro es considerado un prestigioso médico y él lo ha dado a conocer a través de los muchos artículos publicados en revistas científicas. Sus contribuciones han aparecido en libros editados por académicos de enorme talla nacional e internacional. Y ha escrito ampliamente acerca del sistema de salud en México. Pero no ha publicado ni una coma sobre el sistema político nacional, o de temas electorales, partidistas, sobre la democracia de los partidos y nada opinó ni objetó sobre las amañadas reformas que hizo su ex jefe, el presidente Peña Nieto, que cambió los estatutos para darle la candidatura presidencial a un no-priista (Meade), dejando fuera a las bases del PRI.
También puede leerse en su currículo que ha sido galardonado al menos diez veces con el Doctorado Honoris Causa, máxima distinción otorgada por las instituciones universitarias a personajes que han destacado en ciertos ámbitos profesionales. Empero, en sus más de cuatro décadas en el PRI nunca ganó un solo voto, porque nunca participó en una elección.
Fue rector de la UNAM en dos periodos, miembro de la Academia Nacional de Medicina de México, subsecretario de Gobierno y subsecretario de Población y Servicios Migratorios, y, últimamente, secretario de Salud. Por tanto, con toda una vida en la academia y saltando de cargo en cargo, ¿qué podía representar José Narro para el PRI si siempre estuvo alejado de éste? Nada.
Cuando el PRI perdió la presidencia en 2000 y 2006, ¿hizo algo por lograr la recomposición del partido, por recuperar la confianza de los ciudadanos, aportó ideas para renovar la imagen del viejo instituto político? No. Al contrario, Narro fue un hombre ligado a los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, expresidentes que mucho influyeron en sus periodos como rector de la máxima casa de estudios de México.
SEGUNDA PREGUNTA
Una de las reglas del poder enseña que, tanto en la vida privada como en la pública, no hay que ser, sino parecer.
José Narro Robles es considerado parte del mundo de los intelectuales de México. Tiene un lenguaje culto, personalidad de erudito, una larga carrera docente, ha sido rector, colabora en publicaciones científicas y hasta los modales de ese tipo de gente. Pero no porque lo sea realmente, sino porque así ha querido que el mundo lo vea. Y por eso mismo muchos los idealizaron como el mejor postulante a dirigir el PRI.
Sin embargo, más allá de carecer de una carrera partidista y política como tal, Narro tampoco ha sido ajeno a los escándalos.
Por ejemplo, el dizque intelectual asegura haber estudiado un posgrado en Medicina Comunitaria en la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, entre 1976 y 1978. También contar con la certificación como médico especialista de parte del Consejo Nacional de Salud Pública. Pero dicha universidad niega haberle otorgado un grado académico a Narro. De hecho, ni siquiera hay una tesis con su nombre. Por lo otro, uno de los requisitos para obtener esa certificación es tener cédula de médico cirujano, y él sólo tiene cédula de médico general.
Asimismo, cuando asumió la rectoría, la UNAM estaba clasificada en el lugar 152 en la escala global de 300 universidades evaluadas. Pero cuando termina su segundo periodo, en 2015, ésta estaba por arriba del lugar 200. En otro índice mundial, el World Universities Ranking, pasó del 150 en 2008 al 160 en 2015. Desde 1981, la UNAM no tenía un rector con tan bajas calificaciones.
En su gestión como secretario de Salud (2016-2018), hubo un desabasto de medicamentos generalizado en los hospitales y centros de salud públicos del país. Una investigación reciente de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, descubrió que durante ese periodo hubo un fraude por compra de medicamentos por 4 mil millones de dólares por año. No es todo. Hay indicios de que Narro toleró y hasta pudo motivar que las compras de todo el sector salud se hiciera a las empresas de políticos ligados al gobierno de Peña Nieto, como a las de Mike Arreola Peñaloza que fue candidato del PRI a la Jefatura de la Ciudad de México.
RESPONDAMOS
Dado lo anterior podemos asegurar que José Narro renunció no por integridad, puesto que además viene del gobierno más corrupto que haya tenido México recientemente. Renunció, en efecto, porque no movía las bases, a las que no conoce, a las que siempre despreció. Y lo hizo en un acto de congruencia consigo mismo, para evitar hacer el ridículo, para no perder de manera aplastante.
Y tratando de no parecer un perdedor y un cobarde se inventó un complot que según él favorece a quien era su mayor oponente, pero no es más que una campaña de desprestigio que absurdamente fue alentada por priistas como Miguel Ángel Osorio Chong, Miguel Riquelme, René Juárez Cisneros, Claudia Ruiz Massieu, entre otros, que son parte del grupo cercano de Peña Nieto, al que Narro también pertenece.
En fin, no se puede extrañar lo desconocido. Narro llegó solo y se va sólo. Así de simple. ¡Chao!
yomariocaballero@gmail.com