24 noviembre 2021
MARIO CABALLERO
DIME CON QUIÉN TE JUNTAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES
Vaya imagen y declaraciones que nos regaló la semana pasada Raúl Eduardo Bonifaz Moedano, diputado local de Morena. Recapitulemos los hechos antes de analizarlos.
Primero, un reportero del Diario de Chiapas lo fotografió mientras desayunaba placenteramente el jueves pasado con Yassir Vázquez Hernández, expresidente municipal de Tuxtla Gutiérrez.
El reportero prefirió entrevistar al exalcalde antes que a él. Pues claro, ya que incluso entre los políticos más absurdos e inicuos hay niveles.
A la pregunta sobre qué hacía en la capital del estado, Yassir respondió que sólo vino de visita, por descanso, decidido a pasar las fechas decembrinas con su familia.
Luego contestó que no tiene la menor intención de regresar a la política en Chiapas, pues radica en Puebla, aunque todos sabemos que está desempleado ya que el gobernador Miguel Barbosa lo echó a patadas de su gobierno por corrupto e incompetente.
Pero donde la puerca torció el rabo fue cuando lo cuestionaron sobre los señalamientos de corrupción, robo y desvíos de recursos públicos por la obra “¡Qué viva el centro!”, realizada durante su gestión. Su respuesta, quizá, fue la esperada: “Ninguna opinión, ninguna opinión”.
Yassir Vázquez es conocido por ser hijo putativo de Juan Sabines Guerrero. Nadie, mucho menos él mismo, podría negar que su éxito político, y sobre todo su riqueza, jamás lo hubiera conseguido sin el padrinazgo y proteccionismo de este exgobernador, quien a pesar de estar denunciado ante la Fiscalía General de la República por diversos delitos ocupa un cargo diplomático como cónsul en Orlando, Florida. Pero esa es otra historia, dijera Nana Goya.
Lo cierto es que Yassir saltó de la miseria a la opulencia en menos de ocho años. Pasó de ser el “cargamaletas” de Sabines a Secretario de Desarrollo Social y, luego, alcalde de la capital chiapaneca en 2010. En otras palabras, pasó de pedir fiado media botella de Etiqueta Roja en la cantina El Tubazo, por el rumbo de la colonia Las Palmas, a ser dueño de residencias de lujo en Puebla, Cancún, Cuernavaca y negocios del giro hotelero.
En su corta presidencia municipal, de alrededor de veinte meses, Yassir fue cómplice de varios fraudes. Como el proyecto de recuperación del río Sabinal, del que se dice que el cantante Emmanuel se embolsó más de 300 millones de pesos de las arcas de los chiapanecos a través de su Fundación “Hombre Naruraleza, A.C.”. Y también sirvió de tapadera de los diversos programas que Sabines utilizó durante su gestión como alcalde de Tuxtla para desviar recursos públicos para su campaña a la gubernatura, como el de “Agua para todos, todos los días”.
Pero esto fue lo menos. Si el nombre de Yassir resuena en la memoria de los tuxtlecos es por la depredación que protagonizó con la obra ¡Qué viva el centro!, que él inauguró el cuatro de agosto de 2011 junto a su padrino político, misma que tuvo una inversión por más de 200 millones de pesos y que tenía el objetivo de convertir el centro de la capital en un lugar agradable, con los elementos propios de una urbe vanguardista, donde las familias pudieran ir a pasear, tomar un helado, un pozol de cacao con su manguito verde o pasar la tarde disfrutando un café capuchino, a la vez de hacer sus compras.
Sin embargo, esta obra que fue adjudicada de forma directa a amigos de Vázquez Hernández y a empresarios consentidos de Sabines, ni siquiera concluyó. Hasta nuestros días hay fallas importantes en toda la construcción. Como calles con banquetas a medio terminar, con drenajes sin tapas, tubería expuesta, cables de luz y varillas resaltadas sobre las aceras y falta de alumbrado público.
Cabe decir que esta obra, por su mala planeación y peor ejecución, provocó que más de 275 locales del primer cuadro de la ciudad bajaran sus cortinas y hasta la Canaco-Servitur denunció en su momento que 150 de sus socios se vieron obligados a cerrar debido a la baja en las ventas y la dificultad para transitar por las calles.
Mucho se habló de que las constructoras amigas del alcalde cobraron las facturas, pero sin realizar las obras. También que altos funcionarios de la presidencia municipal exigían moches, tanto para otorgar los contratos como para liberar los pagos correspondientes.
Asimismo, familiares de las autoridades encargadas de la obra se vieron beneficiadas. Tal fue el caso Mike Camacho, al que por órdenes de su hermano, un alto exfuncionario de Yassir, todos los constructores tenían que rentarle la maquinaria y los materiales de construcción.
En fin, ¡Qué viva el centro! fue la obra con la que Yassir Vázquez se enriqueció y ayudó a que empresarios deshonestos también se enriquecieran. Fue un festín de rapiña.
SEGUNDO HECHO
Minutos antes de la sesión del jueves en el Congreso del Estado, el diputado Raúl Bonifaz fue cuestionado por su encuentro con Yassir. Lo primero que le preguntó el reportero Enrique Buenrostro, de esta casa periodística, fue si estaba de acuerdo con la administración que encabezó mencionado exalcalde. A lo que contestó que él siempre mira hacia adelante. Luego le preguntaron si Yassir era su amigo, y dijo que sí.
Bonifaz Moedano es de esos personajes a los que se les recuerda por su oportunismo y desfachatez. Ahora, por ejemplo, es diputado por la vía plurinominal y gracias a que el director general del IMSS intercedió por él. De otra manera, estaría desempleado. Y lo único por lo que es más recordado es por haber promovido en la pasada legislatura en la Cámara de Diputados, siendo suplente de Zoé Robledo, y durante el punto más crítico de la pandemia, que el 16 de mayo fuera proclamado Día Nacional de las y los Lacandones.
Por eso nadie debió sorprenderse cuando respondió que él no sabía nada de las auditorías que comprueban que su amigo Yassir malversó y desvió dinero público, dejando una deuda para el municipio por cerca de mil millones de pesos.
Y al preguntarle si debía hacerse un borrón y cuenta nueva por el latrocinio y los daños cometidos contra la sociedad tuxtleca durante la gestión de Vázquez Hernández, se hizo el loquito respondiendo cosas sin sentido.
CONCLUSIÓN
Conclusión de la imagen y declaraciones de Raúl Bonifaz: dime con quién te juntas y te diré quién eres.
Creo que nadie tiene el derecho de decirle a alguien con quién puede entablar amistad y con quién no. El diputado Bonifaz puede, si así lo prefiere, ser amigo del mismísimo diablo, pero que no ande después diciendo que por sus obras tiene ganado el cielo.
Debería entender que la política es teatro, pero es más que teatro. Importan los gestos, las actitudes, las poses, pero también el mensaje que se da a la sociedad. Porque como bien lo dijo don Jesús Reyes Heroles, la forma es fondo.
Si en verdad se cree Raúl Bonifaz un elemento de la Cuarta Transformación y un auténtico promotor de los ideales de Morena, partido que llegó a la Presidencia de la República con el explícito mandamiento de terminar con la maldita corrupción, ¿entonces qué hacía desayunando con Yassir, uno de los alcaldes más corruptos que haya tenido la capital chiapaneca en épocas recientes?
Si la política actual adolece de descrédito es por culpa de personajes como él, que no tienen, ni siquiera, un gramo de congruencia.
Mario Caballero
Columnista Freelance
9611019627
@_MarioCaballero