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LETRAS DESNUDAS

05 de junio de 2015

Mario Caballero

EL PRI DE GLEASON

El diagnóstico que presentó el dirigente nacional del PRI César Camacho Quiroz, en su visita a Chiapas el pasado 2 de junio de 2015, no es una visión triunfalista, frívola, cargada de jactancia, sino está sustentado en el análisis de la situación política en el estado, en los niveles de confianza alcanzados, en la aceptación social de los proyectos institucionales y de los candidatos, en el compromiso de gobernar con justicia, razón, prudencia, inteligencia y sin revanchismos, anteponiendo siempre la obediencia al pueblo.

Así lo dijo Camacho Quiroz: “Este 7 de junio acudiremos a las urnas con la convicción de que estaremos construyendo a México, y aquí en Chiapas ya huele a triunfo y sólo faltan cinco días para gritar nuevamente que sí se pudo”.

Ciertamente en las elecciones del 2012 fuimos testigos del eclecticismo que hubo entre los mexicanos y el PRI. No fue un reencuentro, sino más bien una reconciliación que enseñó a ambas partes el porqué del suplicio: El PRI perdió la presidencia de la República en el 2000 y 2006, además de varias gubernaturas y la mayoría en las cámaras de diputados y senadores, y los mexicanos tuvieron que soportar la ignominia y la perversidad del PAN, su falta de capacidad para gobernar, los escándalos de corrupción en Los Pinos de Vicente Fox, los más de 60 mil muertos por la estúpida guerra contra el narco de Felipe Calderón, la violencia y la inseguridad.

El 2012 para el priismo fue excepcional: se convirtió de nueva cuenta en un poderoso bastión, en la primera fuerza electoral federal. Logró conquistar la confianza de la gente al innovar su propuesta política, al presentar a sus mejores candidatos para los cargos de elección popular y se mantuvo trabajando territorialmente siempre cercano a las bases para una mayor unidad y esfuerzo en conjunto.

 

En Chiapas, 600 mil almas acudieron a las urnas ese 1 de julio de 2012, logro realmente histórico para la política local y sobre todo para la democracia. En esa batalla el PRI ganó 43 alcaldías y 16 diputaciones, y en alianza con el Partido Verde Ecologista de México, obtuvo el gobierno en 90 alcaldías y la mayoría en el Congreso del Estado, situación que hasta el momento ha sido detonante de grandes resultados por la sinergia que produjeron los dos partidos al combinar sus ideas y colaborar en esfuerzos con un solo objetivo, el desarrollo de Chiapas.

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Mucho tiempo tuvo que pasar para que el Partido Revolucionario Institucional recobrara credibilidad y regresara a los caminos de la victoria, esos que perdió dados los liderazgos corruptos, la perversidad y la red de complicidades que permeó en toda la estructura partidista. La historia la conocemos todos.

Fundado por Plutarco Elías Calles una vez llegado el fin de la Revolución Mexicana, el PRI formula sus estatutos conforme a los intereses de la sociedad y su plataforma política fue reconocida como una de las mejores y más progresistas de América Latina. La ideología neoliberal adoptada promueve la participación de las masas en la reconstrucción del país y se empeña en la correcta distribución de la riqueza, virtud que con el paso del tiempo logra la paz y el desarrollo del pueblo mexicano.

En la época en que nace el PRI el fascismo golpeaba con dureza en las más poderosas naciones europeas. El caudillismo imperialista con que fue gobernado Italia por Mussolini, Alemania por Hitler y España por Franco, devino en la destrucción de la vida, de la dignidad del hombre, en la muerte de cientos de miles de personas, en la migración masiva hacia otros países en busca de una mayor esperanza. Ahí es donde el PRI marca la diferencia y no sólo por no sumarse a esos execrables movimientos, sino también porque impidió que se desarrollaran en México. Por lo tanto, el partido de Calles llega a ser considerado garantía de equidad, progreso y bienestar, actitud que consigue la autonomía política que tanta falta le hacía al país.

Lamentablemente, el partido cayó en una profunda crisis de valores que lo despojó de la compañía del pueblo. Se perdió todo lo antes alcanzado. Los descubrimientos de corrupción, las políticas genocidas en contra de los disidentes al régimen, el despliegue del poderío avasallante que destruyó las instituciones y la inmoralidad de la militancia, hizo que de manera paulatina el PRI fuera perdiendo plazas importantes y la hegemonía en los poderes del Estado.  

A pesar de la situación actual del PRI, mejorada en gran proporción, no podemos negar que su historia lo traiciona. Las campañas de odio a las que ha sido sujeto en estos últimos años son inspiradas en el aborrecimiento social que él mismo fue creando a lo largo de siete décadas, en la falta de autoridad moral, en el desprestigio de quienes lo dirigieron y de quienes abusaron de los beneficios políticos.

Sin embargo, el trance por el que tuvo que atravesar por más de tres lustros hizo que el priismo aprendiera de sus errores y corrigiera el rumbo para volver a sus orígenes gloriosos. Y lo que podemos argumentar de su resurgimiento es que no fue circunstancial, sino sustentado en el trabajo, en la planeación, en el estudio de sus caídas.

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El PRI en Chiapas es un guiso que se cocina aparte. La capacidad de convocatoria que alcanzó el PRI en el 2012 fue fruto del trabajo y la visión política de su líder Roberto Albores Gleason, que tuvo que enfrentarse en primera instancia a la crítica de sus adversarios, a la confrontación que ni siquiera fue política de los grupos radicales que se erigieron en el fragor de la renovación de la dirigencia, pero lo más difícil fue el impasse de credibilidad del partido y la corrupción que era el pan de cada día.

Recordaremos que el PRI fue ultrajado por grupúsculos que abusaron de su injerencia para cometer los más abominables delitos en contra de la institución que los amamantó de poder y dinero. Fue conducido irracionalmente por personajes que gozaron de impunidad, de la facultad de meter las manos en las decisiones camerales, en las decisiones financieras y políticas que al final de todo sumió al instituto en un torbellino de infamias y conflictos internos que acabó por defenestrarlo de todo dominio.

En la actualidad el PRI es un partido evidentemente distinto. Y no cabe la menor duda que a pesar de estar muy lejos de ser una asociación perfecta, en la era de Gleason ha alcanzado ir más allá de lo previsible, logrando la unidad de la militancia, la confianza en el liderazgo, destruyendo las expectativas que se tenían gracias al fracaso político que significó para el electorado en los fraudulentos plebiscitos anteriores y por los gobiernos autoritarios regidos por priistas deshonestos y ambiciosos.

De tal modo, gracias a los importantes avances estructurales e ideológicos que ha tenido el PRI en estos últimos años, es la razón por la que se espera con certeza una copiosa votación tricolor para este 2015. Y porque no podemos ignorar que hoy existe cohesión y confianza en el partido debido a las formas con que el joven senador Albores hace política, por el compromiso que tiene con la democracia, con la sociedad, por los valores que inculca en la institución y por la simpatía con la que se relaciona con la gente.

Albores Gleason ha demostrado ser un fenómeno político, un agente de cambio, con un carisma muy superior a sus antecesores en la dirigencia y un hombre forjado en la cultura del esfuerzo, con errores como todos los hombres del mundo. Pero sus buenos resultados nos dicen que no es un político de improvisaciones como muchos lo han querido afirmar, sino un personaje talentoso en el quehacer, atado a una tradición que se fortalece con el paso de las estaciones, por su herencia de casta, por su valiosa educación en escuelas de renombre, por la convicción y vocación por servir a su partido y a su pueblo.

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

MARIO CABALLERO

9611019627

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