01 Octubre 2015.
Mario Caballero
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LEÓN CAMPUZANO: EL LÍDER
Hablar de la educación en Chiapas es siempre un asunto de controversia. El conflicto que por décadas ha sostenido el magisterio con las autoridades viene desde los tiempos de Porfirio Díaz, y algunas de esas batallas –es necesario aclarar- fueron motivadas con buenas causas, buscar los medios para una mejor calidad de la educación en el país y recompensar el esfuerzo que hacían los maestros por destruir la ignorancia.
A pesar de ello todas terminaron a favor del gobierno que con el uso de la fuerza reprimió y avasalló las aspiraciones gremiales de los profesores. Sin embargo, las peleas continúan hasta nuestros días aunque con intereses personalistas y causas enfermizas, mismas que con el discurrir de los años las volvieron más encarnizadas y violentas como las protagonizadas por la CNTE en los últimos años.
Fue en el año de 1949 cuando nace el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, siendo su primer dirigente el profesor guanajuatense Luis Chávez Orozco. Cabe destacar que el SNTE fue fundado con buenos principios ideológicos cuyo fin primigenio era elevar el nivel del servicio educativo y, por su puesto, defender los derechos de los agremiados. Chávez Orozco sustenta el cargo por doce años y renuncia al sindicato el 23 de julio de 1945 en medio de una crisis por tener diferencias políticas con Vicente Lombardo Toledano.
Ese fue solo uno de los tantos episodios suscitados por las luchas internas por el poder. Era entendible. Empero, el mayor descrédito del organismo lo obtiene en el año de 1974 cuando es impuesto en el liderazgo el maestro de San Luis Potosí Carlos Jonguitud Barrios, que convierte al SNTE en el terreno propicio para la corrupción, las componendas, la coerción política y el abuso de poder sobre el mismo sindicato.
La dirigencia de Carlos Jonguitud se distinguió por ser subyugante y huelguista. Su carácter contumaz y abusivo lo llevó a cometer los peores agravios en contra de los propios maestros y usufructuó de sus facultades para amagar al gobierno federal y así lograr prebendas políticas, injerencia en los destinos de la educación y perpetuarse en la secretaría general. De tal suerte, la imagen del SNTE era el de un sindicalismo irracional perdido en los laberintos de la esquizofrenia y la impunidad sin límites.
A la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia de la República le exige a Jonguitud Barrios la renuncia, y fue en el momento en que el SNTE no hubiera podido ser peor: un perfecto pandemonio bajo la tutela de un cabecilla mafioso y sanguinario que pisoteó a los maestros, usó la institución como bastión para amedrentar al gobierno, enriquecer a la cúpula sindical que para ese entonces vivía en el pleno goce de los privilegios palaciegos, el poder y la molicie.
LA MAESTRA
No podemos engañarnos: Lo que sufrió el sindicato magisterial en la era de Carlos Jonguitud no se le compara en nada con lo que le aconteció después. Carlos Salinas destruye un imperio sin saber que con ello autorizaba uno peor: Desde Los Pinos enviste a Elba Esther Gordillo Morales como dirigente nacional del SNTE en el año de 1989. La oligarquía y el despotismo supremos no pueden tener una mayor representación que ésta en la historia del sindicalismo en México.
Desde sus inicios en la soberanía gremial la maestra Elba Esther Gordillo fue acusada de enriquecimiento ilícito, asesinatos políticos y de un catálogo de arbitrariedades que siempre negó. Muchos sexenios pasaron y nadie pudo detener la ola de crímenes de la maestra Gordillo, hasta que el 26 de febrero de 2013 fue detenida por elementos de la Procuraduría General de la República, en el Aeropuerto Internacional Adolfo López Mateos, bajo los delitos de lavado de dinero y delincuencia organizada.
“Lo bailado nadie me lo quita”. Durante las poco más de dos décadas que Gordillo permaneció al frente del SNTE, hizo lo que se le pegó su regalada gana con el sindicato de los maestros. Por ejemplo, se adueñó de la dirigencia con el simple hecho de cambiarle el nombre a ésta, aunque algunas veces tuvo que modificar la ley orgánica con el mismo propósito; también, puso y quitó líderes seccionales a modo, acomodó a sus familiares en las secretarías de educación en la mayoría de los estados de la República, tal es el caso de su sobrino Ricardo Aguilar Gordillo que desde el sexenio pasado es el titular de la SE en Chiapas; además, aprovechándose de la numerosidad del gremio creó el partido político Nueva Alianza con el que ganó buenos escaños en las cámaras representantes, donde sus hijos y sus nietos son los principales beneficiados con la estratagema.
Como dueña indiscutible del sindicato manoseó sin recelo las cuentas bancarias, sustrayendo de ellas obscenas cantidades de dinero con las que compró millonarias propiedades (como la que posee en una zona exclusiva en San Diego), pagó decenas de cirugías estéticas (los milagros se los cobraban aparte), viajó por el mundo y administró discrecionalmente los 53 pesos que de manera mensual les son descontados a los maestros vía nómina por concepto de cuota sindical, que redondeado en el año llega a juntar la cantidad de 60 millones de pesos. En fin, se enriquecía al mismo tiempo que llevaba al SNTE a una vorágine de desprestigio y corrupción desmedida.
Y las redes de corrupción que tejió la maestra Gordillo abarcaron sectores amplios del sindicalismo en Chiapas, donde no sólo empoderó a sus más fieles servidores, sino también rescató de la ruina a muchos de ellos y escondió de la justicia a otros, verbigracia, Juan Manuel Armendáriz Rangel, que venía huyendo de las autoridades del estado de Coahuila por considerársele nexos con el crimen organizado, lucrar con los fondos millonarios de la carrera magisterial con los que erigió negocios, engrosó sus cuentas bancarias y se hizo de propiedades, incluidos varios colegios particulares. Hablar del hurto a las arcas en su periodo está por demás mencionarlo.
LA SECCIÓN 40
En Chiapas, los procederes del sindicato ha sido la misma gata nada más que revolcada: el secuestro literal de los gremios VII y 40 del SNTE por personajes que, protegidos por Elba Esther Gordillo, defraudaron el buen nombre del magisterio, defenestraron vilmente los derechos de los maestros, dispusieron del poderío del movimiento en masa para formar grupos de choque con los cuales se enfrentaron al gobierno del estado y, para mayor desgracia, derrotaron las esperanzas de tener una buena educación para los miles de niños y jóvenes chiapanecos.
Envenenada por Elba Esther Gordillo, la sección 40 del SNTE, que agrupa a los maestros del sistema estatal, se separó sin contriciones de ningún género de su función original: Hacer de la niñez de Chiapas, hombres y mujeres de bien. Pero, absurdamente, cambió el sublime y excelso apostolado del magisterio para enfrascarse en guerras sindicales estúpidas que no sólo desacreditaron al magisterio en general, sino que provocaron que el porcentaje de analfabetas en Chiapas alcanzara niveles alarmantes. Así es, en un estado donde de por sí el analfabetismo es como un jinete del apocalipsis.
Quien tenga memoria podrá afirmar que de la S40 del SNTE no se desprendieron más historias que de infamias, chantajes, depredación de las arcas y de un caudillismo que siempre tuvo prendido de alfileres los ánimos de los maestros para boicotear la paz social en perjuicio de la educación en el estado.
Sin embargo, lo que más escandalizó fue la sustracción de 51 millones de pesos a la caja de ahorro de los maestros, cuya averiguación previa con número 669/CAJ4-8/2004 fue desaparecida por Mariano Herrán Salvatti, previo acuerdo entre Pablo Salazar Mendiguchía y Elba Esther Gordillo Morales, para variar. Los nombres contenidos en dicha averiguación son los de Jorge Pérez Pérez, David Aguilar Solís y Julio César Chamé Martínez.
LEÓN CAMPUZANO
Julio César León Campuzano es el que ha venido cambiando esa historia. De él se habla como un líder nato, cordial con el grueso magisterial, que disciplinan su entusiasmo, obsesionado con la organización del profesorado y diametralmente opuesto a los que usan el lenguaje político como vehículo del ascenso y la rapacidad.
León Campuzano dirige el sindicato estatal con verdadera vocación de servicio. Con la visión de llegar a los niveles óptimos que se requieren para salir del rezago educativo de más de 50 años. Y muestra de ella es la estrecha relación que sostiene con el gobernador Manuel Velasco Coello, caminando de común acuerdo, mostrándose firmemente comprometido con mejorar los rumbos de la educación en Chiapas. Y acompañando al Ejecutivo para responder con buenos resultados a la reforma educativa motivada por el presidente Enrique Peña Nieto.
Ahora no hay pleitos entre el magisterio aglutinado en la S40 y el gobierno del estado, sino existe un trato basado en el respeto, la comunión, el apoyo mutuo y el compromiso que axiomáticamente ha beneficiado al sindicalismo para que ésta retome los fundamentos de Quintiliano.
Definitivamente, en la sección 40 son otros tiempos.
yomariocaballero@gmail.com