sábado , noviembre 23 2024

LETRAS DESNUDAS

19 Noviembre 2015.

MARIO CABALLERO

yomariocaballero@gmail.com

LA APUESTA POR SOLUCIONES DURADERAS

El 16 de noviembre se celebró el Día Internacional para la Tolerancia, y escuchaba en el discurso del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, que «debemos reconocer el creciente peligro que representan quienes procuran dividir, y comprometernos a forjar un camino marcado por el diálogo, la cohesión social y el entendimiento mutuo».

Si hablar de tolerancia nunca ha sido un tema fácil, aún más complicado es practicarla, porque al igual que la democracia representa un anhelo humano que al no ser respetado en su amplia connotación puede llegar a encarnar diversos modos de corrupción y perversidad.

Más que una realidad, la tolerancia debe ser en cada hombre un valor primario para la preservación de la coexistencia, y en cada gobierno una garantía de igualdad y equidad social. Pero esto ha ocurrido raras veces.

De haber sido siempre observado en este tenor, cuántas muertes por cuestiones de clase, raza, género y credo pudieron evitarse. Y cuántas guerras, cuántas divisiones territoriales absurdas no aparecerían hoy escritas en las hojas de la historia universal. Pero no.

Por increíble que parezca, Chiapas ha dado grandes pasos al respecto. Tiene muchos motivos por los qué celebrar. La gobernabilidad y la paz social son algunos de ellos.

Sin embargo, es bueno reflexionar sobre la historia de omisión para darnos cuenta del enorme valor que esto tiene, porque no podemos pasar por inadvertido aquel Chiapas profundamente marcado por la impunidad, la injusticia, la indiferencia de los gobiernos que nos han sucedido, las complicidades del poder y el haber sido por muchos años un territorio manchado de sangre.

HISTORIA NEGRA

Reflejo del horror son las luchas fraticidas por la tenencia de la tierra, los desalojos masivos, la intolerancia religiosa concentrada en los Altos de Chiapas, como aquel deleznable episodio que evidenció dos cosas fundamentales: la catástrofe política que resultó ser el gobierno de Javier López Moreno y la necesidad que tiene todo pueblo de la participación eficiente del gobierno en la reconstrucción del tejido social.

Hablo del enfrentamiento sucedido en la mañana del 18 de noviembre de 1994, donde resultaron cuatro muertos y más de un centenar de expulsados de las comunidades Arvenza Uno y Dos.

El conflicto inició con el secuestro del indígena Agustín Pérez López, situación por la cual 150 católicos tradicionalistas de Arvenza Uno armados con palos, machetes y rifles, se lanzaran contra los habitantes de la comunidad vecina para liberar a su coterráneo.

Un líder indígena de San Juan Chamula, al tanto de los hechos, llamó por vía telefónica al procurador general del Estado para informarle de las hostilidades. Lamentablemente, a éste poco le importó, y responde: «¡Déjalos! Qué se partan la madre».

Después de esa llamada, el vacío de poder se instaló en la zona, y tanto la impunidad como el dolor de las familias de las víctimas todavía no han podido resolverse.

¡Cuánto sufrimiento pudo impedirse de haber sido otra la respuesta del procurador de López Moreno! De cualquier manera, así se acostumbraba en el pasado a lidiar con este tipo de situaciones que, o las intentaban resolver con magia negra, o las reprimían con el uso de la fuerza o pagaban cantidades obscenas de dinero a los líderes para mantener en una supuesta calma a la entidad.

SOLUCIONES DURADERAS

Que el gobierno de Manuel Velasco Coello optara por la tolerancia y el respeto, fue apostar por las soluciones duraderas, la paz, la gobernabilidad y la reconciliación del pueblo chiapaneco. Y por eso mismo hay ahora una unidad real, igualdad y mayores oportunidades para todos.

En la actualidad, se decide por el diálogo para la resolución de los conflictos. Y para ello el gobernador Velasco cuenta con un gabinete excepcional, con hombres y mujeres comprometidos, que saben bien cómo es su trabajo, experimentados, conocedores por entero de la historia de Chiapas.

Uno de ellos, su brazo derecho sin duda, es el Secretario General de Gobierno Juan Carlos Gómez Aranda. Como encargado de la política interna actúa conforme las instrucciones, manteniendo una política de puertas abiertas, basada en el diálogo para llegar a los consensos que tanta falta le hacían a Chiapas y actuando con firmeza ante quienes acuden a la violencia para expresar sus inconformidades, pero sin nunca dejar de respetar y velar por el Estado de Derecho.

La encomienda que tiene Gómez Aranda en sus manos es de tiempo completo y exclusiva para los maestros en el cabildeo. Es por ello que los resultados de su trabajo son formidables, resolviendo casos como el anterior por las vías institucionales, con la suma de esfuerzos de todas las instancias de gobierno y atendiendo los problemas con capacidad y una forma moderna de operar la política.

Es inusual ver un régimen gubernamental actuar así, con sentido humano y compromiso. Esto me remite de inmediato a aquella frase de Elena Poniatowska: «Quiero un país donde no haya asesinatos, donde toda la gente tenga las mismas oportunidades. No podemos seguir así, sentados sobre huesos, sobre fosas. Tenemos una causa común, la causa del amor que le tenemos al país y a nosotros mismos».

Un letrero con letras negras colgado en el Museo de Memoria y Tolerancia dice: «No temo a la represión, temo al silencio de mi pueblo». Y el gobierno de Manuel Velasco ya habló con acciones que no podemos seguir así. Ahora, nos toca hablar.

yomariocaballero@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

16 − trece =