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LETRAS DESNUDAS

09 Diciembre 2015

Mario caballero

Terrorismo magisterial

Luego de que un maestro perdiera la vida en un trágico accidente automovilístico en la protesta magisterial, lo que ahora se espera es que el magisterio tome una postura de mártir y saque provecho del asunto para desinformar a la sociedad, seduciéndola, manipulándola, presentando al gobierno como asesino mientras ellos, los maestros, serán unas almitas de Dios víctimas de la represión.

La invención de versiones siempre ha sido rentable para la disidencia magisterial, con eso esconden la verdad detrás de un gran tejido de mentiras. Camuflan la realidad para encender los ánimos de los maestros y sigan delinquiendo, violentando las leyes, y también para que tanto los docentes y sectores de la población que estaban en un punto neutral ahora sí apoyen esa lucha que se ha vuelto absurda, porque más allá de proponer soluciones al conflicto y lograr acuerdos entre las autoridades y el profesorado por el bien de la educación, vandaliza en nombre de la justicia.

A todo esto, ¿qué, pues, entienden los maestros por justicia? ¿Ir en la defensa de sus derechos laborales olvidándose que los miles de niños y jóvenes que dejan sin clases son parte de su responsabilidad y de sus obligaciones, también laborales? ¿Sublevarse por las puras ganas de hacer cumplir sus caprichos, porque eso es también su derecho? ¿Impedir el cambio porque «así estamos bien y ni quien nos diga nada, compita»?

Al momento de escribir estas líneas, nada se sabe si se aplicará la ley para restablecer el orden público, ni de la vuelta a clases, y también se desconoce si los líderes del movimiento acudirán a los llamados al diálogo. Sin embargo, ya se dispone de certidumbres:

El gobierno, en voz del secretario general Juan Carlos Gómez Aranda, los emplazó desde los inicios del movimiento a una mesa de negociación, al diálogo inteligente, pero la respuesta de los profesores fue un rotundo no. Y llegado aquí, ya no se entiende qué es lo que realmente mueve al conglomerado magisterial, si la lucha por la educación, o la defensa de sus derechos laborales (esos que nunca han sido trastocados por la reforma educativa), o la ambición de los dirigentes.

Se tergiversa el derecho de la libre expresión y se confunde con la perversidad al abusar de él para cometer delitos. Y la filosofía de la época: “Tú derecho termina donde empiezan los míos”, se convierte en una demanda social.

La indignación y el coraje más efectivo de la gente, que con claridad se puede ver en el abandono a las causas que motivaron el levantamiento magisterial, no son hacia el gobierno que ha tolerado las aberrantes acciones del magisterio hasta rebasar los límites de lo razonablemente permitido, sino dirigidos en protesta contra los métodos utilizados por los maestros inconformes con la reforma educativa.

Cerrar los accesos a la ciudad, impedir el tránsito, secuestrar camiones e instituciones gubernamentales, bloquear carreteras y tomar las casetas de peaje donde roban las cuotas para mantener vivo el levantamiento y emborracharse, no puede llamarse derecho de manifestación, sino violaciones a los derechos humanos.

Los maestros de la sección 7 se empeñan en su decisión de no entender la nueva ley de educación y a hacer caso omiso de la evaluación docente, y en su afán de permanecer en paro indefinido no sólo agravan el proceso educativo actual sino también ocasionan serios problemas financieros en la entidad, generando pérdidas económicas que nada más en Tuxtla Gutiérrez es de hasta un 40 por ciento en los pocos días que lleva el paro.

La tolerancia tiene sus límites, y si el gobierno no actúa con la facultad legal de aplicar la fuerza policial para hacer respetar el Estado de Derecho y restablecer el orden público, permitirá con la omisión un posible enfrentamiento entre la sociedad y maestros que puede terminar en más hechos lamentables.

Se le apuesta al chantaje como medio eficaz para someter al gobierno y hacerlo claudicar en su afán de corregir el rumbo perdido por más de cinco décadas, en las que además de conservar en el atraso educativo a la entidad, los líderes pretenden enriquecerse con las prerrogativas que pueden obtener al sostener la insurrección, así como lo hicieron con los gobiernos anteriores.

El movimiento magisterial en Chiapas, luego de los acontecimientos recientes, está transformado en una nueva modalidad del crimen organizado.

Alejandro Adelfo Gómez, principal promotor de los disturbios provocados por el Bloque Democrático de la sección 7 y dirigente estatal de las arbitrariedades de la CNTE, no busca llegar a un acuerdo a favor de la educación ni de los derechos gremiales porque claro está que eso nunca le ha interesado; por el contrario, lo único que defiende es su patrimonio, la impunidad.

Para el efecto, ¿dónde quedan los razonamientos morales y a quién le importa a la hora de la vida en sociedad? La historia nos remite a la falta de consciencia profesional que han tenido desde siempre los líderes del magisterio, que obviando la legislación y amagando con desatar una revolución con el grueso del profesorado si no les cumplían sus deseos, cobraron entre 30 y 50 mil pesos mensuales en el gobierno de Juan Sabines Guerrero. Nada más en esos seis años fueron más de 150 millones de pesos los que se repartieron entre los cabecillas.

Hoy, Adelfo Alejandro Gómez confunde a los maestros, los usa como carne de cañón, y de lograr algo (cosa inconcebible porque ahora los tiempos gubernamentales son otros) el único beneficiado será él y no los maestros en paro que prefieren que les cuenten las cosas a percatarse por ellos mismos cuál es el trasfondo de todo.

La autoridad no puede permanecer en el quietismo, seguir tolerando los delitos, dejar que a sus gobernados los ultrajen unos cuantos. Los descuentos salariales y los ceses de maestros radicales tan solo fueron unas medidas, pero por lo visto no suficientes.

Lo que ahora se necesita es escuchar con inteligencia entre el barullo para no caer en el engaño. Además -lo que la gente exige-, es que se aplique urgentemente la fuerza pública para recobrar el orden y la paz social, dejando caer el peso de la ley sobre los criminales vestidos de docentes. Porque el mensaje es: “Recuerden que en sus manos está reparar la injusticia”.

yomariocaballero@gmail.com

 

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