+ El papa visitó cárcel de Ciudad Juárez y criticó la falta de reinserción
CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua, 17 de Febrero/Agencias/Notimex.- “¡No más muerte ni explotación!”, clamó hoy el Papa Francisco en una misa que celebró en la frontera de México y Estados Unidos, donde denunció las “terribles injusticias” que sufren los migrantes en su intento por llegar “al otro lado”.
“Esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano”, dijo el Papa al hablar ante miles de personas congregadas en la explanada El Chamizal, a escasos metros de la alambrada que separa Chihuahua de Texas.
En la parte estadunidense un grupo de fieles pudo seguir la celebración y antes de ingresar en el estadio de futbol local, donde se montó el altar, pasó con el papamóvil por “el punto”, el espacio más cercano al sector fronterizo, se bajó del vehículo y envió una bendición a través de la malla metálica.
“No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”, apuntó.
“Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias”, agregó.
Recordó que en Ciudad Juárez y en otras zonas fronterizas se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar a los mexicanos que también buscan pasar al otro lado.
Sostuvo que ellos son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza, la violencia, el narcotráfico, el crimen organizado y, frente a “tantos vacíos legales”, caen presas de una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres.
Abundó que no sólo sufren la pobreza, sino que encima sufren estas formas de violencia; una injusticia que se radicaliza en los jóvenes que se vuelven “carne de cañón”, son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas.
“¡Y que decir de tantas mujeres, a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!”, continuó, haciendo referencia a las “Muertas de Juárez”.
Llamó a que le pidan a Dios “el don de la conversión”, “el don de las lágrimas” y tener el corazón abierto a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres.
“¡No más muerte ni explotación! Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del padre”, apuntó.
Más adelante aseguró que conoce y destacó el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes, así como la labor comprometida de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos “que se la juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida”.
Sostuvo que ellos son “signos que se vuelven luz en el camino y anuncio de salvación”, al asistir en primera línea, arriesgando muchas veces su vida.
“Con sus vidas son profetas de la misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene”, aseveró.
El jerarca católico agradeció por último a “los hermanos y hermanas” de la vecina comunidad de El Paso, Texas, por “hacernos sentir de una misma comunidad cristiana”.
Miles de católicos estadunidenses y de otras nacionalidades acudieron al estadio Sun Bowl en El Paso y gracias a la tecnología pudieron seguir paso a paso las incidencias del acto litúrgico, gracias a las pantallas colocadas en el recinto.
El papa Francisco aseguró en su mensaje de despedida tras su viaje a México que entre los mexicanos ha visto “luces que anuncian esperanzas”, tras la misa que celebró en Ciudad Juárez.
Francisco tomó la palabra tras la misa y agradeció a “quienes han hecho posible esta peregrinación”.
“Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta, la esperanza de esta gran familia mexicana, gracias por abrirme las puertas de sus vidas, de su Nación”, afirmó Francisco.
Volvió a citar al escritor mexicano Octavio Paz y leyó su poesía “Hermandad”, que comienza con: “Soy hombre: duro poco y es enorme la noche”.
“La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza”, dijo a los mexicanos.
“He podido ver en muchos de sus testimonios, en muchos de sus rostros, la presencia de Dios que sigue caminando en esta tierra guiándolos y sosteniendo la esperanza”, agregó.
Y subrayó: “muchos hombres y mujeres, con su esfuerzo de cada día, hacen posible que esta sociedad mexicana no se quede a oscuras”.
En el Aeropuerto Internacional de Ciudad Juárez, el papa Francisco fue despedido por el presidente de México, Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, en una ceremonia llena de gente y música.
De ahí, el pontífice voló directamente a Roma.
EL PAPA VISITÓ CÁRCEL DE CIUDAD JUÁREZ Y CRITICÓ LA FALTA DE REINSERCIÓN
El papa Francisco visitó hoy en el último día de su visita a México la cárcel de Ciudad Juárez, el Cereso 3, y desde allí criticó la falta de un sistema de reinserción y animó a los presos a colaborar. “Estoy concluyendo mi visita a México y no quería irme sin venir a saludarlos”, les dijo el papa Francisco, quien quiso celebrar con los presos “el Jubileo de la Misericordia”, el Año Santo que comenzó el pasado 8 de diciembre.
Francisco que visita una cárcel mexicana después del motín en la cárcel estatal de Topo Chico, en Monterrey, en la que murieron 49 presos, criticó en su discurso el ineficaz sistema carcelario y de rehabilitación.
“Ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas”, lamentó Francisco en su discurso.
Ante los 700 presos elegidos entre los cerca 3.000 encarcelados en esta prisión que se encontraban en el patio de la cárcel, denunció que se haya olvidado que lo realmente importante es “la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia”.
Para Francisco, las cárceles “son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte”.
“Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos”, agregó.
Francisco, que ya ha visitado varias cárceles en sus viajes y también en Roma, aseguró que la reinserción “no debe comenzar en estas paredes sino que comienza antes, comienza afuera, en las calles de la ciudad”.
Para ello, agregó el papa, “la reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social”.
También criticó cómo a veces parece “que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud”.
Según el pontífice, el problema de la seguridad “no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social”.
Para evitar que se creen estas situaciones, la reinserción social debe comenzar antes con medidas “como insertar a los hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios o acceso a los servicios básicos”.