19 Julio 2016
Rodrigo Ramón Aquino
PRD, competir de verdad
La llegada de Alejandra Barrales a la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática debe ser entendida como uno de los objetivo de la ruta crítica trazada por el equipo de Miguel Ángel Mancera para hacerse de la candidatura presidencial del Sol Azteca en 2018.
Apoyado por Los Chuchos, que por ratos dan la impresión de no tener ya ninguna esperanza puesta en la sucesión presidencial y apostar el todo por el todo a obtener el mayor número de espacios posibles en el antiguo bastión nacional perredista, el Jefe de Gobierno capitalino se lanza a la aventura.
Pero las cosas serán de todo, menos fáciles para el excolaborador de Marcelo Ebrard, pues la apertura a la posibilidad de un pacto entre Morena y el PRD, anunciada recientemente por Andrés Manuel López Obrador, le avisora la gran tormenta a sus aspiraciones.
Con amplias posibilidades de dividir el apoyo perredista y lograr cuajar una eventual alianza con Morena, con la estrategia de moderar el discurso crítico recalcitrante, y en un escenario adverso para el gobierno federal, Andrés Manuel tendrá su última y más clara oportunidad de convertirse en el Presidente de México, desatando con ello el ya conocido efecto Peje, que ha hecho ganar a muchos candidatos locales en Chiapas, incluso a los de más escasas posibilidades.
A diferencia de 2012, cuando la inmensa mayoría de los chiapanecos sabía con antelación quién iba a ganar la gubernatura, en 2018 sí habrá competencia. Y ante la posibilidad de una amplia alianza de izquierdas, quien resulte electo candidato se convertirá, en automático, en el rival a vencer para los partidos oficiales.
La estrategia desde el gobierno del estado, desde sus actores, desde sus partidos será evitar a toda costa que la alianza opositora se dé, y si se da, que ésta sea encabezada por perfiles afines, con poco arraigo y poco competitivos, que vayan alegre y decididamente a perder.
La avanzada de infiltrados oficiales se halla desde hace tiempo en los partidos opositores. Su trabajo ha sido de tal efectividad que casi desaparecen varias nomenclaturas partidistas en la pasada elección al apenas alcanzar el registro.
Como siempre, el escenario viable para que los militantes y simpatizantes de los partidos de izquierda lleguen al poder es claro: ir unidos en una amplia alianza y seleccionar de entre sus candidatos naturales al más competitivo. Pero por alguna razón, casi siempre hacen lo contrario. Por alguna razón siempre se hacen pedazos a sí mismos, primero, y luego, ya debilitados, pretenden salir a hacer frente a sus verdaderos adversarios.
Son tiempos difíciles para el perredismo (en realidad para todo el sistema de partidos), quizá se enfrente a su última oportunidad real de competir de verdad. ¿La aprovechará?
Ágora
“No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza del gobierno, en carne propia sentí la indignación de los mexicanos, la entiendo perfectamente, por eso con toda humildad les pido perdón por la casa blanca, les reitero mi entera y más sincera disculpa.” Enrique Peña Nieto, al referirse al escándalo de la Casa Blanca.
Corrillo
A un año de la elección de presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, el excandidato panista Francisco Rojas Toledo convocó a una marcha de inconformidad por los resultados de aquella ocasión; mientras tanto, líderes empresariales asentados en la capital le piden que busque otra vía porque las marchas y bloqueos ya los tienen al borde de la quiebra. La recomendación es que Rojas evite a toda costa el discurso de polariza en aras de abonar a la paz y tranquilidad y encauzar el mal humor social por la vía pacífica. Tanto seguidores como simpatizantes se lo agradecerán.