MEXICO, D. F., 07 de Agosto de 2015.- El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, dijo que mientras en México haya 55.5 millones de pobres (de una población total de 121 millones) persistirá la compra y coacción del voto.
Pues sí, mientras tengamos 55.5 millones de pobres, como lo acaba de señalar el Consejo Nacional de Población, va a ser muy complicado erradicar las prácticas de clientelismo electoral y de compra y coacción del voto. Y lo digo con toda franqueza: eso no lo vamos a resolver por la vía electoral, sostuvo.
El mensaje anterior fue expuesto durante la presentación del libro Fortalezas y debilidades del sistema electoral mexicano: perspectiva estatal e internacional, editado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Tras escuchar críticas al sistema vigente, Córdova señaló que si bien es necesario hacerle ajustes en los términos de la ley actual (no advierte una nueva reforma en el corto plazo), el gran logro fue refrendar la vía electoral para procesar las diferencias en paz, sin derramamiento de sangre. Ello porque sin elecciones los problemas de México serían todavía más graves, opinó.
Este año se refrendó que el abecé de la democracia pasa por tener elecciones en todo el país, dijo.
En los comicios del 7 de junio pasado 185 casillas no fueron instaladas, de poco más de 140 mil; en 2006, 11 y en 2012, sólo dos. Pero nunca habíamos tenido un conflicto como el que tuvimos: 400 casillas fueron destruidas; en conjunto 99.6 se instalaron y los votos fueron computados, adujo.
La coacción del sufragios es un mal de todos los partidos
Dijo que el clientelismo electoral o la bestia negra de la compra y coacción del voto, a la cual tenemos que enfrentarnos en cada elección, es patrimonio transversal, es decir, no es exclusivo de ninguna fuerza política.
El libro –coordinado por Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE, y Gustavo Rivera Loret de Mola, analista del efecto de los anuncios televisivos en el voto de los mexicanos– expone los claroscuros de la democracia mexicana, cuyo costo sigue al alza.
“La fiscalización de recursos de los partidos es más amplia que nunca, pero sigue sin disuadir conductas ilegales de los candidatos; crear un partido nuevo es más fácil que nunca, pero mantener el registro es sumamente difícil; los derechos de los militantes de los partidos cada día están mejor salvaguardados pero acceder a las candidaturas depende de mecanismos poco democráticos.
La organización electoral es más eficaz que nunca, pero la confianza en las autoridades electorales sigue en declive; la efectividad del clientelismo electoral es limitada, pero persiste como una práctica generalizada y sumamente costosa; cada año se realizan más encuestas pero la calidad de los datos se sigue deteriorando; acceder a la justicia electoral es cada vez más sencillo, pero la litigiosidad de las campañas sigue siendo motivo de suspicacias.