+ “Dejarían de enviarnos sobras y despojos, como polvo de leche sin crema”, dicen
+ Ingredientes que agregan a sueros y fórmulas lácteas, como grasa vegetal, vitaminas, minerales y saborizantes, “pueden dañar la salud de los consumidores”, alerta dirigente lechero a la Secretaría de Salud
CIUDAD DE MÉXICO, 04 de Diciembre de 2016.- La mayoría de los productores de leche en el país, aceptarían encantados la intención de Donald Trump de que se revise e incluso se reconsidere el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, “porque dejarían de mandarnos sus sobras, como: polvos de leche sin crema, queso y suero de desecho y fórmulas lácteas enriquecidas”, afirmó el presidente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, Álvaro González Muñoz.
México importa de Estados Unidos 504 mil toneladas (74%) de las 682 mil necesarias para cubrir la demanda nacional de leche. Se trata principalmente de polvo de leche descremada, quesos, sueros, lacto-sueros, entre otros derivados lácteos, equivalentes a casi 6 mil millones de litros, en el entendido de que México produce 11 mil 500 millones de litros anuales, informó González Muñoz.
“Esto se ha convertido en una peligrosa dependencia y una desleal competencia para los productores nacionales”, añadió y dijo que ello con el agravante de que prácticamente la totalidad del producto es polvo de leche sin crema o sueros, que “enriquecen” con una serie de ingredientes como vitaminas, minerales, grasas vegetales hasta con “rico sabor a chocolate y fresa”.
Álvaro González lanzó un ‘grito de alerta’ para las autoridades de la Secretaria de Salud, en el sentido de que precisamente a muchos de los productos importados, como el suero –resultante de la fabricación de quesos– les agregan determinados productos químicos que revuelven o mezclan a alta presión, para que no se sedimenten. “Lo alarmante, exclamó, ¡es que pueden ser cancerígenos!”.
Recordó a las autoridades sanitarias y de protección a consumidores –léanse COFEPRIS y PROFECO— y a las que tienen la responsabilidad de evitar que pasen a territorio nacional (vía aduanas) las porquerías que se importan y que están llevando a la quiebra a la producción nacional, en su mayoría son utilizadas para adulterar la producción nacional o defraudar a los consumidores.
Señaló el dirigente de los pequeños y medianos productores de leche, que “urge que nuestro gobierno se solidarice con los productores mexicanos y su población, para impedir que el vecino del norte envíe sus sobras a México, aprovechando la oportunidad que ofrece el presidente electo Donald Trump, de revisar y actualizar las relaciones comerciales con México”.
Aclaró que a la industria lechera norteamericana le conviene vender a México leche en polvo “o polvo de leche” –como la llama Álvaro González—porque en la frontera, el precio por litro se cotiza en 8.50 pesos. Sin embargo, el polvo que vende a México, su precio es de 4.60 pesos. Es decir, aparentemente más barata, pero para convertirla en polvo, le extraen la crema que, por litro, tiene un valor de más de 4.00 pesos. Esta es la razón de que le agregan ingredientes ‘nutritivos’, que son un riesgo.
En reuniones con productores de leche de los principales estados productores del país, dijo Álvaro González, coincidimos en que si la revisión comercial entre México y Estados Unidos va en serio, se abre la oportunidad de “recuperar más de medio millón de empleos”, perdidos por efecto de las importaciones masivas de leche en polvo y resultado de malas negociaciones desde el momento mismo de la firma del TLCAN, que aniquiló a más de 550 mil productores, y derivado de prácticas desleales de comercio, tanto de empresas asentadas en nuestro país, como de trasnacionales que nos envían despojos y subproductos que en nada compiten con la producción nacional.
“Los retos actuales pueden convertirse en la oportunidad para salir de la desgracia en que vivimos más de 250 mil familias dedicadas a la producción de leche, lo que nos da la coyuntura para replantear la pésima política lechera nacional” (el sector más afectado en los últimos 20 años), cuando el principal socio comercial se quiere rajar de lo firmado.