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SECRETO PÚBLICO

29 Junio 2017

Mario Tassías

Alguna vez Nelson Mandela, Premio Nobel de la Paz, activista contra la segregación racial,  dijo que la pobreza “no es un accidente. Es una creación y puede eliminarse con las acciones de los seres humanos.” La indigencia, no es una peripecia. Tiene raíces más profundas y mucho menos es un incidente.

El Banco Mundial más contundente, indica que la pobreza es hambre y es un anhelo, es esperanza de vivir. Una esperanza vulnerable.

El mismo organismo explica que la pobreza es “un fenómeno multidimensional, que incluye incapacidad para satisfacer las necesidades básicas, falta de control sobre los recursos, falta de educación y desarrollo de destrezas, deficiente salud, desnutrición, falta de vivienda, acceso limitado al agua y a los servicios sanitarios, vulnerabilidad a los cambios bruscos, violencia y crimen, falta de libertad política y de expresión.”

Por si eso no fuera suficiente, en el universo de las definiciones cabe la pobreza extrema, que es cuando una persona tiene tres o más carencias, de seis posibles, como rezago educativo, no tiene acceso a los servicios de salud y seguridad social, no tiene acceso a los servicios básicos en la vivienda  y no tiene acceso a la alimentación. Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana.

Desde otra perspectiva, la pobreza no solo es por la carencia de ingresos. Los pobres están privados de oportunidades. Los empleadores los excluyen debido a las bajas capacidades y a la exclusión social y geográfica. Por supuesto que la poca educación afecta las posibilidades de empleo y de acceder a información que podría ayudar a optimar la calidad de sus vidas.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, la población vulnerable por carencias sociales en Chiapas, es de 15.3%; la población vulnerable por ingresos es del 2.5%; los no pobres en Chiapas y por ende no vulnerables son el 6.0%, la población en situación de pobreza es del 76.2% y en pobreza extrema 31.8%. Sobre una población de 5, 217 908 habitantes, 48.6% hombres, 51.4% de mujeres.

Muchos pobres de Chiapas no tienen acceso a una canasta mínima de consumo individual o familiar (alimentos, vivienda, vestuario, artículos del hogar), el acceso a los servicios básicos (salud y educación, agua potable, recolección de basura, alcantarillado, energía y transporte público), pese a los mandamientos constitucionales, que en la triste realidad, parecen obra de un reciclaje clandestino y no un mandato que debe cumplir el Estado.

La pobreza es la privación de las capacidades y de los derechos fundamentales de las personas. Derechos humanos que son constantemente violentados por quienes hoy administran las riquezas del Estado. No hablemos de la exclusión social en donde se incluyen aspectos sociales, económicos políticos y culturales. Eso no es ningún abono para un sistema que se precia democrático.

 

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